No te creo. Nunca me he tragado tus mentiras pero fingí creerlas porque la verdad me destrozaba el corazón. No tienes que decirme más, ya no sigas. Tampoco confundí tus besos falsos con el amor sincero que yo sé que me tenías; sin embargo tu forma de amar es confusa, muy contradictoria, punzo-cortante.
Sabes que yo te lo habría dado todo: el mundo que no me he atrevido a compartir con nadie más, te habría hecho parte de mis sueños más secretos y de espejos, espejos lisos y perfectos. Quise darte en un beso alma, corazón y cuerpo. Ser tuya en mente, en espíritu. Yo pensaba que entendías de estas cosas; me escribiste todo el tiempo, pero pocas veces te vi actuar.
Mi intención no es plantarme de santa y acusarte de todo; reconozco mis errores también. Jamás fui ni la más fiel, ni la más sincera, o la más correcta o la mejor portada. Sé que también soy culpable, sé que te he causado daño y eso me hiere. Lo que cala más profundo de todo es que no tenía el valor para sincerarme; tampoco espero que comprendas eso, el miedo es un defecto arraigado en mí.
En cambio puedo decirte que tuve el valor para aprender, para corregir el daño hecho; y sobre todo para crecer, para que creciéramos juntos, para poder darte lo mejor de mí. Si algo aprendí de ti fue que somos un equipo. Aún deseo que no hayan sido palabras vacías.
No quiero reclamarte nada, únicamente te digo que no, que ya no sigas. No te imaginas como se estruja mi corazón con la despedida.
Parece como si tú nunca hubieras crecido ni aprendido nada. Son tus mismas frases, tus mismas faltas, me inventas lo mismo una y otra vez... y yo ya no te creo nada. Mientes al decirme que me amas, que deseas estar a mi lado.
Se van evaporando mis ganas de charlar contigo, ya fueron muchas noches sin dormir. Nadie ama como yo, te lo aseguro; y si no me quieres así está bien. No te deseo el mal, espero que encuentres lo que buscas; pero dile a tu fantasma que se esfume de una vez. Y no me mires así, debiste saber que pasaría algún día, que yo me cansaría de tu falacia, de tu teatro; a pesar de que te amara con locura.
Sigo amándote (y cabe decirlo, en exceso), siento que muero al pronunciarlo. Yo te elegí a ti, entre todos; elegí tu mirada, tu sonrisa, tu voz, tu forma de caminar, de pensar, de reír. Siempre te amé a pesar de todo y tu fuiste el único que rechazó mi corazón.
Ojalá y un día pierdas la cobardía que veo en tus ojos, sepas pelear por lo que quieres. Ojalá valores lo que ya tienes y dejes de hacerte siempre la víctima, eso no va contigo. Y ojalá marchites todo eso que te di, olvides que fuimos... que somos, que amamos.
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