jueves, 19 de diciembre de 2013

La Chica del Antifaz

A la mesa de mantel blanco le sobraban nueve sillas vacías, tres platos de pastel, un par de zapatillas rosas y un arreglo floral con margaritas; la décima silla estaba ocupada por una chica con un antifaz.


A la mesa de mantel crema le sobraban nueve sillas vacías, una botella de vino a la mitad, unos anteojos olvidados y dos abrigos; la décima silla estaba ocupada por un chico de ojos color miel.

Ella le sonrió. Él, intentó sonreír, alejando nerviosamente su vista de la mesa de mantel blanco.

Fue en los jardines de la primavera, decorados con luces y telas volátiles, en los que dos jóvenes aburridos cruzaron sus ojos sin saber luego qué hacer. Mientras que el resto se entretenía en una pista de baile con actores, músicos, cornetas de plástico y guitarras inflables, botando en las mesas lo que les sobrara. Nadie, nunca, fue testigo de la noche de esa clase de amor que no se repite; cuando una chica de cabello castaño, con vestido y un antifaz verde brillante se cruza de brazos, para que el chico de cabello más claro, con camisa y grandes ojos miel se le acerque.

-Hola. -dijo él- creo haberte visto antes...


Pero la música estaba demasiado alta y ella no le escuchó bien, viró un poco la cabeza a la izquierda, confundida; acertadamente él se acercó a su oído y le dijo "ven", tomó su mano y sin resistencia caminó ella a su lado hacia las luces lejanas de los altos pinos y los rosales rosas, dejando atrás al bullicio y a las cornetas de hule. Se detuvo él de pronto, le soltó la mano, para pronunciar provocativamente y clavando la miel de sus ojos en toda ella, esto:


-Te ves hermosa con ese antifaz.


-Gracias, no pienso quitármelo. -Caminó entonces con los brazos aligerados; él la seguía riendo, burlándose de su fanfarronería.


-¿Qué?, ¿Acaso eres actriz?


-Quizá lo sea... a menos por hoy.


-A ver, recítame algo. 


Se paró en seco, con una mirada ardiente posó una mano en su cintura y la otra en el pecho frío de él. Le dijo quién sabe qué cosa y luego fingió un desmayo.


-No eres actriz, eres dramática.


-¿Ah sí, y tú qué eres, cantante?


-¡Adivinaste!


-No te creo nada, si no fuera porque estoy aburrida me regresaría de inmediato a la fiesta.


-¿Con esa gente que no conoces?


-A ti tampoco te conozco. -Ella ya empezaba a enojarse.


-Pero yo te puedo cantar. 


Ya habían dejado muy lejos a las mujeres con vestidos neón, los hombres con sombreros a cuadros, los músicos con chalecos de lentejuelas. Habían llegado a un rincón del jardín alumbrado por un largo farol y un árbol con linternas colgantes, bajo ellos yacían un columpio de madera tejido con lianas y un sillón azul rey. Evidentemente él se aventó al sillón y ella se empezó a mecer juguetonamente.


-¿Dónde dices qué me habías visto antes? -dijo la chica del antifaz, mientras tomaba vuelo.


-Pensé que no me habías escuchado.


-Sí te escuché, pero quería una escusa para que me sacaras de ahí... a ver, cantante, lúcete.


Se echó para atrás estirando las piernas y empezó a cantar, alto y armoniosamente, una canción que ella jamás había escuchado, que la hizo detener el columpio, virando su cabeza nuevamente a la izquierda, confundida. Nadie, nunca, en toda su vida le había cantando y menos así, rodeada por el rocío en el césped e iluminada por un árbol mágico, junto a un chico de ojos claros, cabello corto y hermosa voz.


Se quedó pasmada por un segundo cuando él acabó de cantar.


-No eres cantante, eres un ridículo.


-Gracias. También soy dibujante.


-No te creo.


-Me creerás si me das papel y una pluma.


-¡Toma! -De su bolsa de mano sacó una servilleta arrugada y un bolígrafo.


-Date vuelta, déjame recargarme en tu espalda. -Y dibujó medio haciéndole cosquillas, medio causándole dolor cuando apretaba el bolígrafo demasiado fuerte.


-¡Terminado!, mira.


-¿Qué es esto? -preguntó ella, mofándose.


-Eres tú.


-Qué mentiroso, esto es un tonto paisaje. -Y ciertamente lo era, había dibujado unas montañas, un río y un sol saliente con trazos rápidos.


-Tú eres como un paisaje, niña, como un amanecer... ¿Tienes novio?


-No, son una pérdida de tiempo. ¿Podrías dejar de cambiarme de tema y decirme dónde dices que me habías visto antes?


-Ya te lo dije, eres como un amanecer.


-Vas a hacerme enojar... ya dime que es tarde y a puesto a que mis papás pueden venirme a buscar o algo peor. -Se cruzó de nuevo de brazos y él soltó una carcajada enorme.


-Ven, -le dijo a la chica- te llevo de regreso.


Caminaron sin decir una sola palabra sobre el césped frío, ella estaba enfurecida y él no paraba de reír. De pronto empezaron a oírse las voces mezcladas con melodías retumbantes, los vestidos neón relucían en la oscuridad mientras que las tenues luces de la anterior serenata ya se habían perdido de vista. En una mesa de mantel blanco atisbábase una silla vacía y a sus extremos, dos papás preocupados.


-Adiós. -Dijo la chica del antifaz, desdoblando los brazos por fin.


-Espera... 


-¿Qué quieres?


-Quisiera conservar tu antifaz, por favor.


-No, adiós.


-¡Espera!, quiero un recuerdo de ti.


Lo pensó un segundo y de inmediato lo miró maliciosamente; él ya sabía lo que le iba a decir. 


-Te doy mi antifaz si tú me dices en dónde crees haberme visto antes.


-Esta bien; -y soltó un largo suspiro que hasta le suavizó los hombros.- inventé eso de haberte visto antes, sólo quería una escusa para sacarte de ahí. Quién iba a decir que tu curiosidad iba a ser tan adorable.


Sus ojos se abrieron muchísimo, expectantes de algo, de cualquier cosa que pudiera provenir de esos ojos miel... o de esos labios. Se fue quitando el antifaz delicadamente, hasta con la respiración pausada, su mirada seguía clavada en él. Finalmente extendió su mano con ese antifaz verde brillante, más brillante que cualquier luz del jardín.


-Te ves aún más hermosa sin tu antifaz...


Ella enmudeció, se sonrojó y se puso tiesa.


...Y no me has dicho cómo te llamas; ¡Pero no me digas! - tras casi dar un brinco esculcó en su bolsa de mano sin permiso para sacar una pluma. La tomó del brazo y le garabateó su nombre y un número de teléfono. -Mañana, que sea de día, puedes decirme cómo te llamas, porque algo me dice que si yo te llamara no te atreverías a contestar. 


Una mano se deslizó por su cabello castaño al mismo tiempo que una fina voz de mujer le decía "ya vámonos, te espero en el coche". Sus papás se alejaron abrazados sin  que ella pudiera articular aún palabra. Un beso pequeño le tocó la mejilla, seguido de un "adiós" en el oído. Él le sonrió vivamente y se alejó sin volver a voltear. Ella tuvo que reaccionar rápido, correr un poco y subirse al coche. Se fue en silencio todo el camino.


Cuando llegó a su casa ya eran quizá las 3:00am. Un papelito salió volando cuando vació su bolsa, era un dibujo mal hecho de dos montañas, un río y un sol. No pudo evitar sonreír bobamente al verlo, lo colocó en su buró junto a su teléfono celular. Se estaba muriendo de sueño, y con cada abrir y cerrar de sus cansados párpados ella pensaba en su chico de ojos miel y en que mañana cuando fuera de día escribiría al número rayoneado en su brazo: "Hola, soy la chica del antifaz, creo haberte visto antes."   


domingo, 15 de diciembre de 2013

En un Mundo

Vivimos en un mundo donde la guerra se transmite en televisión, pero el sexo se censura en el cine. Vivimos en un mundo donde la gente se refugia de la lluvia, pero se expone al humo de un cigarrillo. Vivimos en un mundo acostumbrado al asesinato y desconfiado de la generosidad, en uno voluntariamente ciego y esclavo, donde las vendas se encarnaron a la piel y las cadenas se forjaron en binario. 

En un mundo donde leer libros mediocres se hizo moda y la filosofía subió de precio, donde se perdió la verdad entre las trivialidades de la red y se hizo fácil creernos cualquier cosa. En el cual se empezó a medir la belleza y la calidad de una persona por el número de likes en su muro, se terminó por considerar un logro como el fin de la vida, en vez de a la vida como un fin en sí mismo. 


Uno, donde está mal visto soñar y bien visto seguir dormido, donde si no se es puta se es aburrida y si no se es macho se es maricón. Uno, en el que la ignorancia acarrea felicidad y el conocimiento desdicha, en el que la educación es un privilegio desaprovechado, la pobreza una maldición hereditaria y el amor un riesgo para la salud mental.


Uno, en el cual todos creen en la pobreza de Cristo, pero nadie en la pobreza de la Iglesia. En el cual se prohíben las caricias en público, pero la violencia es estrategia publicitaria. En el cual el policía se hizo ladrón, el ladrón necesitado y necesitados, todos. Uno, donde está mal visto el placer, bien visto el temor, donde se le aplaude al embustero y se le rechaza al inteligente. 


Vivimos en un mundo cuyas mujeres se privan de orgasmos, cuyos hombres se privan de llorar, cuyos humanos se privan de sentir. En un mundo extremista donde todo va de la obesidad a la anorexia, donde todo debe poseer nombre y valor para que exista, donde se olvidó el cuestionamiento para ir abriéndose paso la manipulación. En un mundo construido de copias y remakes, donde la originalidad es castigada o demasiado costosa.


Vivimos en un mundo que hace mucho gira en reversa, en un mundo de espejo y yo, estoy reflejada en él.




domingo, 1 de diciembre de 2013

Un Pedazo de la Época Medieval en "El Nombre de la Rosa"


Un Pedazo de la Época Medieval en "El Nombre de la Rosa"


(Un repaso de aquello que la película "El Nombre de la Rosa"(1986) nos muestra sobre el medievo)



Lo más triste de todo es que se quemó la biblioteca, que la culpable de las muertes no fue un hombre, fue la risa, porque esta era pecado, porque incidía en el caos, porque la risa ahuyentaba el temor y sin temor no cabía la fe. Lo más triste de todo es hay quienes todavía le temen.    

Los franciscanos son pertenecientes al clero regular, que a diferencia del secular, se caracterizan por un “raciocinio superior”. Con “raciocinio superior” me refiero a no atribuir cada acontecimiento a la obra de Dios o del demonio, sino buscarle una causa lógica, utilizar la inteligencia y la observación como recursos de investigación y método para hallar soluciones. En cambio el clero secular tiene la tendencia a alarmarse por todo, posee un miedo tan denso como el ambiente medieval metido hasta el tuétano, manteniéndolo en un estado de sugestión e incongruencia.  

A pesar de que ambos cleros poseen líderes espirituales, uno es repudiado por el papa mientras el otro tiene su consentimiento. Pues los franciscanos promueven la búsqueda del conocimiento y la vida sin riqueza; los seculares aprecian sólo la conservación del conocimiento en bibliotecas y aluden a los tesoros. El clero regular cree y sostiene la pobreza de Cristo, pero el secular no cree en la pobreza de la iglesia.

Es fácil reconocer a un franciscano. Vivían humildemente  -por no decir pobremente- poseían la chispa de la duda y la curiosidad; aunque no eran completamente inmunes al miedo, al menos se esforzaban por defender lo justo a través de la acción y la palabra. Se preocupaban no sólo por la carencia de bienes materiales en las personas, sino también por la de bienes espirituales. Un monje secular, por otro lado,  no debía hablar ni reír porque esto último sólo los tontos lo hacen y con respecto a la palidez en sus cuerpos, asumo que tampoco debían salir de su abadía.  

En la época medieval puede observarse una diferencia abismal entre la clase alta (o la Iglesia) y el pueblo. La mendicidad se usa provechosamente y el estado insalubre se atisba en las calles. Empero sobresalen destellos de luz y de auténtico desarrollo, como los instrumentos de medición y los anteojos, así como algunas técnicas de medicina. En cambio persiste esa idea de atribuirle la vida y la muerte al demonio, lo bueno y lo malo, junto a ese dejo de crueldad letal sin más propósito que esparcir terror, porque terror es igual a control y obediencia, a debilidad, fe y credulidad absoluta.

El papel de la mujer en el medievo se entiende a la perfección. “La mujer es más amarga que la muerte” dijeron, entre otras referencias, como cuando el representante de los franciscanos (un poco hundido en la locura) remata la causa de los asesinatos, objetando que el joven muerto poseía algo femenino en la mirada, por ende algo diabólico; el deseo de copular con seres demoníacos. Se le atribuye a la mujer el papel de bruja, se le acusa de tentar a los hombres buenos y ser el motivo de sus actos impuros. La mujer es la tentación, la debilidad del hombre, lo maligno en carne y hueso, lo inferior y lo indigno.

La mujer es perversa por naturaleza, pero la virgen María parece ser la excepción; el ejemplo del milagro en el cual un ser tan malvado como una fémina tornóse buena mediante la santidad. Por ello a María se le pide, porque se sabe que es milagrosa, capaz de conceder hasta lo imposible.

En un principio me pregunté cómo una persona podía ser tan estúpida como para tragarse tales absurdeces, pero recapacité en que no puede culparse al pueblo de no entender algo que jamás se le ha explicado correctamente y que además carece de las herramientas para entenderlo. Culpo ahora a los supuestos guías espirituales, porque por supuesto que ni ellos mismos se creían el cuento. “Los libros contienen una sabiduría diferente a la nuestra e ideas que podrían alentarnos a dudar de lo infalible de la palabra divina” la boca del padre franciscano rebosaba de verdad; la duda es enemiga de la fe.

Finalmente quiero hablar de la inquisición, con rencor y asco, porque son la evidencia de que el poder pudre al hombre que primeramente buscó ser una muleta para la gente. La inquisición (y no creo equivocarme) debió ser una de las mayores atrocidades en la Historia de la humanidad; eso de torturar en nombre de la voluntad de  Dios carece de sentido, el respeto y amor se confunde con el temor hacia un Dios vengativo y sediento, y lo que más me aflige es que después de haberse convertido la Santa Inquisición en un ícono medieval se trasladó al presente como un principio de que Dios desea nuestro sufrimiento.

Los colores del medievo son rojos y grises, cafés, sin sol. “El nombre de la rosa” permite a la perfección el disfrute de esos colores, aunque haya sido un pequeño pedazo. Y nos cuenta una historia que invita al análisis sobre la fuerza, el poder, la debilidad, la pobreza, el conocimiento y la rebeldía. Es, sin duda, una obra de arte.