jueves, 12 de abril de 2012

En el Espacio Obscuro

Había estrellas en sus ojos,
y cada estrella fue mi cielo.

Dejamos las velas encendidas
en el espacio obscuro.

Chispas candentes
ardiendo en cada caricia.

Sus ojos brillantes
eran como espectros del cielo.

Fuimos amados por estrellas fugaces
en la cúpula de rosas rojas y amarillas.

Las luces fuéronse extinguiendo
como bengalas de amor que entre duermen.

Apagose la luna
con un sangriento amanecer.

Y una estela raída fue su voz,
un adiós en la orilla del sofá.

Hubo un beso póstumo,
alias de un sol que execra noches.

Tras su partida
me disolví en la confusión.

Y fue en el espacio obscuro
donde el eco hizo arder mi sangre.

Una llamarada me palideció,
dos gotas figuraban como perlas en mi cuello.

Y el balcón abierto,
y su sonrisa fría en mi memoria.

Desfallecí en el intento
de decir su nombre.

Caí petrificada en el espacio obscuro
bajo un beso póstumo, alias de su eco.

Finalmente el sol me tocó por el balcón
una lágrima escurrió de mis ojos; ardía mi piel.

miércoles, 4 de abril de 2012

Metamorfosis

Era un cautivo beso enamorado
de una mano de nieve que tenía
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en agonía.

Y sucedió que un día,
aquella mano suave
de palidez de cirio,
de languidez de lirio,
de palpitar de ave,

Se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo más el pobre preso
y se escapó; mas, con voluble giro
huyó la mano hasta el confín lejano,
y el beso; que volaba tras la mano
rompiendo el aire, se volvió suspiro.


Luis G. Urbina


(Pintura de Scott Mattlin)