Diálogos con mi furibunda compañera
Por Eduardo Tejeda y Violeta Carrasco
Obra teatral-fragmento
Él: (Se sienta y con un ademán le invita a sentarse. Le da un sorbo a su café sonoramente) - ¿Sabes...? de vez en vez ya me das miedo.
Muerte: (Ahora burlona) - ¿Y vienes a decírmelo hasta ahora? te he tomado de la mano durante el sendero entero, ¿en qué momento me volví terror?
Él: (Inclinándose hacia adelante) - Temo cuando susurras a mi paz que te acompañe ya por siempre, y yo, no quiero.
Muerte: ¡Te he susurrado hasta en la cuna!, pero es el miedo el que afinó tu oído.
Él: - ¡Y yo que sufrí pena creyendo me ignorabas por completo! Tuve tantas ganas de odiar y pisotear a los ciegos, de arrancarles las manos, de escupirlos, y así... hacerles el amor. ¿Por qué esas veces en las que el dolor me carcomía, no pudiste estar aquí?
Muerte: (Le acaricia el rostro para calmarlo) - Siempre he estado ahí, mi amor. Susurrándote al oído, buscándote los labios. Te he amado desde que vi abrirse tus ojos.
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