miércoles, 8 de agosto de 2012

Los Amantes Siempre Han Sido Contrariados

LISANDRO.- ¿Y bien amor mío? ¿Por qué palidecen tanto tus mejillas? ¿Cómo es que sus rosas se descoloran tan pronto?

HERMIA.- Parece que por falta de lluvia; si bien podría yo regarlas de sobra con la tormenta de mis ojos.


LISANDRO.- ¡Ay de mí! Cuánto llegué a leer o a escuchar, ya fuese de historia o de romance, muestra que jamás el camino del verdadero amor se vio exento de borrascas. Unas veces nacen los obstáculos de la diversidad de condiciones.


HERMIA.- ¡Oh manantial de contradicciones y desgracias, el amor que sujeta al príncipe a los pies de la humilde pastora!


LISANDRO.- Otras veces está la desproporción en los años.


HERMIA.- Triste espectáculo, ver el otoño unido a la primavera.


LISANDRO.- Otras, en fin, forzaron a la elección, la guerra, la enfermedad, la muerte la asediaron; haciendo que el goce fuese momentáneo como el sonido, rápido como la sombra, breve como un corto sueño, y fugaz como el relámpago que en la oscuridad de la noche ilumina el cielo y tierra, y antes que el hombre tenga tiempo de decir ¡mira!, se ha perdido ya en el seno de las tinieblas: tan pronto las cosas brillantes se abisman  en las sombras de la confusión.


HERMIA.- Pues si los verdaderos amantes siempre fueron contrariados, ha de ser por decreto del destino. Armémonos, pues, de paciencia en nuestra prueba, ya que esta no es sino una cruz habitual, tan propia del amor como los pensamientos, las ilusiones, los suspiros, los deseos y las lágrimas, triste séquito de la fantasía.





Sueño de una noche de verano de William Shakespeare
  

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