Ayer a media tarde decidí bajar mi laptop y mi montón de hojas a la mesa de la cocina (en mi escritorio no hay espacio suficiente cuando se trata de exámenes finales) y permanecí ahí hasta que se hizo de noche. Eran quizá las 11:30pm cuando empecé a sentirme muy cansada; aún me faltaba estudiar algunas cosas y no pude poner nada de música porque sabía que despertaría a todos los bellos durmientes de esta casa, a mis vecinos incluso. Mejor apresuré el ritmo.
La única luz encendida era la que alumbraba mi cocina; todo a mi alrededor estaba a oscuras, y como siempre la puerta abierta dejándome ver esa inquietante oscuridad. ¡Lo oí de pronto! justo cuando escribía mis últimos renglones. Alcé la vista y fue cuando lo miré pasar: un ser alto y delgado que pasó corriendo dejando una sombra rojiza detrás suyo. Me quedé inmóvil un momento. Lo escuché caminar hacia mi sala.
Mi primera respuesta desesperada fue querer gritarle a alguien; pero, como dije, todos dormían, y en esta casa el sueño es algo que se respeta mucho (el sueño de todos menos el mío, al parecer). La única opción que quedó fue guardar todo el desastre sobre la mesa deprisa y subir callada y velozmente a mi habitación.
Aún estoy algo asustada. Son 11:19pm y de nuevo estoy aquí, en mi cocina. De vuelta rodeada por una estremecedora oscuridad.
No he contado la primera vez. Creo que se trata de un sujeto gris, o al menos así he decidido llamarlo: el monstruo gris que habita mi cocina y sus alrededores. Aquella vez lo escuché claramente bajar las escaleras y cuando fijé la vista para saber de quién se trataba vi la misma figura alta y delgada de un gris opaco que avanzaba hacia mi sala. ¡Aún siento los escalofríos! debería irme ya de aquí... creo yo.
Debo apresurarme, no quiero un reencuentro con el monstruo gris. Tengo que aprovechar que la casa sigue despierta y que, además, ya he terminado con mis exámenes finales.
(de Luciano Mondino)
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