viernes, 12 de diciembre de 2014

Bellamente Sola

Saber que te sigo pintando, soñando, extraviando, escribiendo. Negar que te sigo amando, esperando, añorando, buscando, ansiando en la tiza negra, en el pincel, en las hojas rotas, en la viruta, en el barro, en mis acuarelas. Estás todavía en mis gises, en el acrílico de la pared retocada, en el café de los pergaminos, en los sellos caseros, en el bastidor herido y en los libros apilados. Estás. Después de los años... estás.

¿No te has cansado ya? Tu vida está en las comisuras de mis diarios, en el desdén de mis vestidos, entre marcos que no colgué nunca, en mis labios muertos, arrebatados. Me hallaste con grietas; soy vacío, soy soledad, desasosiego e impertinencia. ¿Sentiste miedo? me encontraste con los mismos ojos oscuros de ojeras malvas, con el cuerpo cortado y maldito, la cintura tiesa, la lengua magullada; sin sentido, desconsolada, sin saber a qué atenerme, caminando sola en una calle concurrida. Me abrazaste como queriendo componerme y me rompiste. 

Después de unos segundos me soltaste, clavé mi mirada en tu gabán verde seco, desaliñado. Y tú viste directo a mis ojos.   

-Ya no eres una niña. 

-No, han transcurrido casi siete años. Creí que te ibas a pasar de largo, que no me reconocerías.

-¿Qué edad tienes ya?

-Veinte.

-¿Aún vives aquí?

-Depende del día. Hoy sí, es sábado. ¿Tú aún vives aquí?

-Sí, pero ahora vivo solo. Violeta...

-Dime.

Enmudeciste, me rodeaste con tus brazos y yo permanecí rígida. Tu olor, aquel a rosa triturada, leña quemada, a noviembre, a frío, a nuestro beso de despedida. Sigues siendo el mismo y el tiempo a mí me ha ido deshaciendo, descociendo, enloquecido, trasnochado, sumergido en una soledad sin salida. Se me ha ido el color de las mejillas, de cuando era niña, ilusa, ingenua, de cuando creía en ti y en tus apariciones espontáneas. Tú aún conservas esa piel de arena, esas manos lisas, esa aura de luna amarilla. Me dijiste adiós, como todas las veces.

Y en esa calle concurrida quedé aún más sola; no solitaria, como tú en nuestra primera noche, cuando te conocí -en aquel edificio- tan confundido, irritado, necesitado, despojado, olvidado, taciturno. Quede sola, como el invierno pasado, congelándome con el frío que produce mi propio cuerpo; sola, silenciosamente sola, oscuramente, deliciosamente, pesadamente, perturbadoramente, incurablemente...  bellamente, sola. 

Ilustración de 
Dilkabear

domingo, 16 de noviembre de 2014

Un Montón De Consejos Para Ser Creativo y Muchoso

Me pasa, al igual que todos, que tengo días en los que estoy apagada. La sensación de no querer hacer nada es terrible, no deseo encender la televisión, ni escuchar música o salir; tampoco me da hambre, ni sueño. Estoy seca desde dentro y hasta afuera. En días así tengo que recordar qué soy y cómo vivo, así que se me ocurrió la maravillosa idea de hacer una lista -porque de todo hago listas- que me suban de vez en cuando el ánimo y me hagan sentir creativa otra vez, "muchosa" como diría el sombrereo loco.

Y pues aquí está la lista de todo lo que encontré en mis viejas libretas, consejos que en un rato u otro me hicieron sentir feliz.

Briggite Seumenicht Notholt (Empresa Merkatua):

"Lo que te garantiza tener un trabajo de por vida no es un título, es una buena actitud y tu talento."

"La felicidad no le cae mal a nadie y es lo único que siempre debemos cuidar."

"When I grow up I can be anything,"

"Los pequeños detalles nunca son pequeños."

"Nacemos siendo originales, morimos siendo copias."

"Ser auténticos significa ser fiel a tus talentos."

"Si quieres que alguien piense afuera de la caja, no pongas su cerebro en una caja."


Pepe Montalvo (VP creativo de Young & Rubicam México)

"La teoría y la creatividad no están peleadas, de hecho la teoría es creatividad."

"La buena publicidad, como el buen diseño, no debe parecer publicidad. Tiene que ser más honesta, más útil y molestarnos en menor medida."
"La creatividad es la asociación de cosas. Mientras más cosas tengas en la cabeza, más original va a ser tu asociación porque podrás ligar elementos que no se habían ligado antes y por ende tendrás un resultado mucho más creativo."

"Escucha música, aprecia el arte, ve a museos, mira películas, viaja, lee, navega en internet. Se trata de conocer cosas nuevas todo el tiempo y de librarse de prejuicios. Se trata de investigar y experimentar continuamente."


Antonio Tedy (mi queridísimo profesor de Lenguaje Audiovisual)

"Madurar es reconocer que siempre va a haber alguien mejor que tú, pero sólo tú puedes hacerlo del modo en que lo haces."


Para potenciar tu creatividad debes:
  • tener confianza en ti mismo y en tu intuición. 
  • ser valiente. 
  • ser flexible, aceptar las ideas de otros como buenas. 
  • conseguir una alta capacidad de asociación. 
  • tener finura de percepción. 
  • ser imaginativo. 
  • enjuiciar críticamente (quitarte prejuicios). 
  • tener curiosidad intelectual. 
  • lograr características afectivas de sentirse queridos y protegidos. 
  • contar con soltura y libertad. 
  • ser entusiasta, tenaz y resistente. 

1.- Buscar "el elemento", ese aspecto, tema, proyecto que interioriza la realización personal y permite que el individuo se perciba como "alguien que dejará huella en su etapa vitálica".

2.- La pasión como componente en los niveles de inteligencia emocional, estando presente en los procesos de búsqueda y elección de nuestro elemento.

3.- Constancia, trabajo y control. Los procesos de creatividad se caracterizan por un nivel elevado de esfuerzo, planificación, reiteración y retroalimentación. Normalmente se ha asociado erroneamente a una fórmula unívoca, a una idea feliz instantánea y algo al alcance de muy pocos.

4.- Riesgo de extrapolarse de la zona de confort. La creatividad implica intrínsecamente valentía, riesgo y atrevimiento; la analogía con los personajes principales o héroes de la mayoría de los cuentos o cómics es muy relevante para identificar la necesidad de salirse de las rutinas y de lo cómodo para intensificar las conexiones cognitivas y emocionales de la creatividad.


Y terminamos con una ponencia en TED por el señor Ken Robinson:





martes, 28 de octubre de 2014

Lluvia

Lluvia serena y amorosa
Cubre los rostros, cubre las notas.

Del Pianista secreto
Que rozando el cielo sus dedos;
Le dedica a la lluvia, baladas.

Lluvia serena y amorosa
Besa las notas,
Después las arroja
A su cuna, las hojas.


(rojo corazón de
Ángela María Quinche) 

jueves, 31 de julio de 2014

Hasta que Vuelvas a Sucederme II


Creí que nunca volverías a sucederme, pero ahí estabas, un año después; toda una vida. No te esperaba ni te espero ahora, pero nadie pudo nunca sacarte de mi cabeza, bueno, quizá uno, pero al igual que tú, se fue sin decirme nada. 

No sé en qué momento tomaste ese gusto por las fiestas, ni en qué momento el destino empezó a mofarse de mí, a degustar mis momentos ridículos o excepcionalmente barbáricos, y absolutamente inverosímiles; mejores que cuentos y condenados a la eterna estancia en mi memoria o en mis letras, porque son demasiado extraordinarios (por no decir abrumadores, entre otros adjetivos) o porque sencillamente mis oyentes nunca los creerían. Si el destino fuera una persona, como alguna vez Lewis Carrol dijo que lo era el tiempo, se habría revolcado de la risa esa noche.

Como de costumbre, estaba buscando a alguien, pude haber buscado a quien sea, menos a ti y menos en ese lugar; buscaba a una amiga en la casa de una amiga como a las 2:00am, porque su torpeza me metió en un lío (le dijo a sus papás que yo la regresaría a casa) y después de escaparse de una simple reunión, nos hizo a todos perder la cabeza. La encontramos, eso no importa, lo importante es que yo fui la elegida para entrar en el barbullo y sacarla a rastras. 

Conocía a la mayoría de las personas a mi alrededor, pero ninguna me daba pista de su paradero exacto; me asomé a una habitación y vergonzosamente me topé con dos chiquillos durmiendo; cuando me volteé había alguien ahí, un señor enojado porque abrí la puerta y lo único que se me ocurrió decir fue "que les estaba echando un ojo". No soy muy ingeniosa en este tipo de circunstancias.

Llegué al jardín y observé un círculo de hombres jugando "beer-pong", pegados hombro contra hombro. Mi mejor amigo llegó corriendo tras de mí y me dijo:

-Sophie, ¿Por qué tardas tanto?

-No encuentro a Mónica, no sé dónde se metió. ¿Será que mintió otra vez y se fue a otra parte?

-Nah, debe estar viendo cómo juegan, voy a ver.

Cabe recalcar que mi mejor amigo es gay, esto es sumamente importante para denotar lo hilarante del siguiente evento. Él se fue a asomar al tumulto ebrio alrededor de una mesa de ping pong, yo volteaba a los alrededores por si veía a Mónica escabullirse a mis espaldas, cuando una carcajada estridente llamó mi atención, vi la espalda de mi amigo no tan lejos y fui a ver cuál era la payasada o el payaso, según se ameritara.

Olía deliciosamente a whiskey, el pasto estaba húmedo y las luces alumbraban lo suficientemente bien la puesta en escena de mi odiado Destino. En cuanto sostuve a mi amigo por el brazo tú volteaste, los pelos se me pusieron de punta, estabas borracho, ¿qué digo borracho?, ¡borrachísimo! y me veías con los ojos entreabiertos, todo colorado. No sé qué cosa me dijiste o me intentaste decir; mi mejor amigo (de quien seguramente había sido la carcajada al verte de esa manera) se alejó de ti unos pasos pero tú lo regresaste a su lugar. Todavía pienso que fue un delirio lo que presencie, un juego otorgado por mi mente o una broma de ustedes dos, porque lo agarraste rápidamente y le plantaste un beso en la boca, el muack estridente me aturdió, mi amigo se giró hacia mí, confundido, retrocedimos y me dijo impaciente:

- Tengo que explicarte qué fue lo que pasó, no quiero que creas que...

Entonces lo interrumpí y lo abracé, sin saber si tirarme al piso de la risa, si llorar o hacer ambas cosas aleatoriamente. -No es tu culpa- le dije, y se me ahogó la voz. Pero no termina ahí, si tenía la esperanza de que en tu estado no me hubieras reconocido, murió cuando, como pudiste, me gritaste:

-Seguramente te la pasas con ese wey... ¡Y todavía lo besas!

Creíste que mi abrazo hacia mi mejor amigo gay, había sido un beso. Esta es la mejor definición de "ridículo" que he escrito jamás. Continuaste:

-Tú haz de creer que no me entero de las cosas.

Después dijiste algo sobre la última vez que nos vimos, en la casa de tu novia (¿ex novia?) de hecho, pero yo ya no podía seguir escuchando más, mis piernas ya habían empezado a temblarme y la cabeza me iba a estallar de tanta confusión. Me fui corriendo del jardín y me topé con Mónica en la entrada; no te volví a ver, no fuiste detrás de mí. Le pedí a mi mejor amigo que no comentara nada, lo único que más tarde se atrevió a decir fue:

-Sophie, ¿qué no viste bien?, fue un ataque de celos.

Supongo que si el señor (bufón) Destino así quiere jugar conmigo o con nosotros, si es que tú estás consciente también de nuestra situación, nos volveremos a ver hasta dentro de un año. Creí que te amaría de nuevo si volvías a sucederme, pero parece que no, ya no te conozco y lo que más me intriga de todo es de qué te enteraste como para reaccionar así. No sé quién eres, pero por favor, no vuelvas a sucederme o por lo menos cuando lo hagas, ten la decencia de que no sea igual.


lunes, 28 de julio de 2014

Misery, Purety and Curse

My heart is a ruin
I do not own soul 
I am miserable
I am miserable.

There are shadows like snakes
penetrating in my veins,
and voices whispering under the sea:
You are not pure
You are not pure.

The moon in the highlight 
of my lovely death
with spectres surrounding it like planets
because I am cursed
I am cursed.
  
Save me from the abysm.



jueves, 26 de junio de 2014

Viva a Medias, Medio Muerta

Escribo sobre una mesa solitaria, en un cuarto tan iluminado como el día, en condiciones de silencio absoluto y sin ganas de pensar. Empiezo a reparar en el suicidio.

Específicamente opto por un suicidio limpio, blanco como estas paredes oprimentes, porque no merezco el escenario rojo y hermoso de una muerte artística, ni la paz de mis cenizas en el susurrante mar; merezco el seco y abrumador encierro. Hoy estoy como para dejar de existir, para convertirme en nada o en todo caso, dejar de convertirme en cualquier cosa, porque si fui, desperdicié todas mis oportunidades para llegar a ser.


Llorar no cura nada, tampoco lo agravia; ocurre que no quiero llorar, sencillamente; todo en mí es sencillo e insignificante, soy como una mota de polvo en una mota de polvo. Tampoco me place pensar en aquello, como no me placía escribir hace una semana. Hoy lo que me place es morir. De forma oportuna, sin dejar cartas ni exponer lo que en vida, dejé a medias. Si vivía a medias, medio moría y ya no me importa la primera mitad.


¿Hay solución? la hay, siempre se puede cuando se hace una cosa a la vez y lo que hoy quiero es planear, después dormir sin un solo sueño y permanecer, permanecer en el espacio extraviado donde no se distingue la luz de la oscuridad, porque se ha perdido la mente, como se perderá todo. 



lunes, 16 de junio de 2014

Un Mal Recuerdo (Inspirado en un Hecho Real)


Un Mal Recuerdo

(inspirado en un hecho real)

Escrito por:

Jehieli Nerii 

Patricia Quiroz

Omar Mozqueda

Luis David Pérez

Tita Ruiz 

Violeta Carrasco



Esperé a Ana Sofía a la salida de la escuela, ya eran las 2 de la tarde y yo estaba muy nervioso, hoy lo íbamos a volver a intentar. Ya había preparado todo, Guillermina no iba a estar en la casa, era uno de esos días en los que nunca llegaba por estar “trabajando”; teníamos tiempo suficiente.

Cuando Ana Sofía salió, me sonrió y corrió hacia a mí emocionada, cargué su mochila y caminamos juntos hacia mi departamento. En el camino íbamos callados, pero yo tenía una ligera taquicardia, secretamente el miedo me invadía. Sabía que ésta vez era la definitiva, si no lo hacía podía perderla.

Habíamos hablado de esto antes, ella siempre me pedía una explicación, pero sencillamente me avergonzaba contarle lo que me había sucedido. Es algo que nadie sabe, más que Guillermina, y ella nunca me creyó.

Al llegar a mi departamento yo estaba temblando, incluso tardé en abrir la puerta. Al darse cuenta de mi nerviosismo, Ana Sofía soltó una risita y me dijo que me tranquilizara, me tomó de la mano, entramos y fuimos a mi cuarto; se sentó en la orilla de la cama mientras yo ponía música. La última vez que lo intentamos puse una balada romántica, esta vez no sabía qué poner, no quería recordarle aquel incómodo momento.

Cuando volteé a verla ella ya se había desabotonado la camisa del uniforme, me acerqué y la deslicé hasta hacerla caer; comenzamos a besarnos mientras le desabrochaba el sostén. Decidí hacer una pausa para verla a los ojos, realmente la amaba y quería demostrárselo.  Me quité la camisa y ella empezó a besar mi cuello descendiendo hasta mi pecho, sus dedos recorrieron mi espalda y terminaron en mi cinturón, me lo quitó lentamente y bajó la bragueta de mi pantalón, yo sudaba frío, intentaba concentrarme pero los terribles recuerdos me invadían. Ana Sofía jalaba mi cabello con su mano izquierda, a su vez lamía mi oreja; de pronto sentí su otra mano en mi entrepierna, los recuerdos insistían... no pude más y la hice a un lado. Ella se levantó enfurecida, se vistió rápidamente y salió de la habitación, corrí tras ella, la sujeté del brazo y se me humedecieron los ojos. Nunca había visto tanta ira y decepción en su mirada. Le dije que lo sentía, que necesitaba tiempo, pero Ana Sofía me reprochó que nunca he podido darle explicaciones, comenzó a gritarme cosas hirientes e insinuó varias veces que yo era homosexual; me hinqué frente a ella y le pedí perdón. Ella salió del departamento y azotó la puerta. Quedé devastado, me encerré en mi cuarto, no podía parar de llorar y gritar, sentí ira y golpeé todo lo que estaba a mi alcance.

Debajo de mi cama había una botella de tonayán, recordé que la había comprado uno de los días en los que Guillermina me dejaba solo y los recuerdos empezaban a torturarme. Sentí asco de mí, de mi vida, me sentí solo y vacío, así que abrí la botella y comencé a beber.

Llegué a la conclusión de que todo lo que me estaba pasando era culpa de la puta de Guillermina; nunca supo ser una buena madre, ni una buena esposa, por su culpa mi papá nos abandonó... ¿y cómo no iba a hacerlo si la descubrió con el cerdo de su jefe? Nunca podré olvidar el rostro de ese degenerado, su espeluznante voz y menos sus asquerosas manos sobre mi cuerpo. Esos eran los recuerdos que martillaban mi mente, lo demás lo evadía, simplemente lo había bloqueado.

Lo cierto es que mi madre y su cerdo arruinaron mi vida. Justo en el peor momento escuché cómo la puerta de la entrada se abrió, era esa puta, había regresado de pasear a su perro. Me habló varias veces, pero decidí no contestar; empezó a golpear mi puerta, después de unos minutos le abrí y al verme ebrio se puso como loca, empezó a gritarme y a golpearme -su baja estatura sólo le permitía pegarme en el pecho- la apreté de los brazos fuertemente, al ver sus ojos se apoderó de mí una rabia sin igual; comenzamos a forcejear y la pelea nos llevó hacia la cocina, la cual estaba a sólo unos pasos de mi cuarto.

Ella me dijo que era un inútil, que la tratara con respeto ya que ella era mi madre. ¡No podía creer su cinismo!… ¡Enfurecí!, a mi alcance había un cuchillo, no dudé en tomarlo, su cara se tornó pálida, era blanca como la blusa aguada que traía, me dijo que lo soltara, que podía cometer una estupidez; me reí, ¡Cómo si ella hubiera manejado su vida y sobretodo su familia inteligentemente! Después comenzó a culpar a mi padre, no aguanté más y la empecé a apuñalar, cayó al piso y yo perdí el control, aun sabiendo que ya estaba muerta seguí apuñalándola.

Me senté junto a ella, sonreí, no sentí arrepentimiento, hace años deseaba verla así, ya había soñado con ver la luz desvaneciendo de sus ojos. El perro comenzó a lamer su sangre, también detestaba a ese animal, para Guillermina era más importante esa cosa peluda y apestosa que yo. Tocaron la puerta, empecé a sentir nervios, ¿qué iba a hacer ahora?, eso nunca lo había pensado. Abrí, era la chismosa de la vecina, preguntó si todo estaba bien, notó las manchas de sangre en mi playera y se escandalizó. Le dije que me había peleado con el perro porque de pronto se había puesto agresivo. Ella simplemente se fue.

Minutos después llegó la policía.



jueves, 5 de junio de 2014

Repudio

Ten la amabilidad de desaparecerte de mis sueños, 
ya me tienes hasta la madre.
¿Por qué tienes la indecencia de existir y no estar a mi lado?
creo que ya voy repudiando haberte conocido.



¿Por qué él?

¿Por qué no puedes ser tú el que esté afuera de mi casa?
Yo había decidido enamorarme,
pues el amor es una decisión
y te estuve esperando durante mucho tiempo.




Ya no puedo escribir,

me inspirabas a ser como ya había olvidado que era.
Ojalá lo notaras.
Ojalá se te quite el miedo.



viernes, 23 de mayo de 2014

Una Tarde Maravillosa

Corazón, ¡cómo me has hecho trizas! Sólo me quedó tu beso en la comisura de mis labios, tu ceño fruncido y tu sombra en los espejos. Se me han ido las ganas de esperarte y ha empezado mi embriaguez, la que ya conocías, la que está llena de olvido.

Fue una tarde maravillosa, con el césped crecido a causa de tus irresponsabilidades y con el sol en el cenit, enviándonos bajo la sombra de tu árbol preferido. Sé que me recosté junto a ti y te tomé la mano, sin decirnos nada más que tonterías, viendo tus ojos y tú riendo de mí. Pero empieza a costarme recordar, porque el tiempo me ha acostumbrado a recordarte como un sueño, como lo que siempre fuiste: humo, niebla, delirio, incertidumbre. 


Recuerdo un espejo con paño y un cenicero atiborrado de melancolías, nuestro reflejo fue cortándose a lo largo de estos años, dos, tres años, no lo sé, nunca he sabido, yo no distingo el día en que llegaste del que te fuiste, siempre fue igual, fuimos iguales, necios tratando de domar lo indomable y de someter lo insometible, niños perdidos y luego encontrados. Siempre te ibas... pero aquella vez no volviste.


La cama no tenía sábanas, finalmente habías cambiado las cortinas por unas verde oscuro, te sentaste y rechinó la silla, ya acostumbrada, como yo, a tus ausencias. Encendiste un cigarrillo y apreté los ojos, parada frente a ti, fría como piedra, porque quería imprimirte en mi memoria, quería tenerte, presentía el adiós. Sabía que no soportaría mi vida sin tu expresión triste, sin tu taciturno suicidio. Me recosté en la cama. Te burlaste, sonreí.


Fue la única vez que me viste llorar, lloré silenciosamente aferrada a tu pecho, con tus dedos acariciando mi espalda y con ella la desolación tangible en cada uno de mis poros, no me había percatado de que temblaba hasta que tú me dijiste. Pediste que no lo hiciera y yo apreté tu cuerpo, como si hubiera recibido una bala. Corazón, ¡cómo me hiciste trizas!


Nunca me sentí tan libre como ese día, cuando me soltaste. Maldigo mi libertad nativa, no la que tengo contigo, la que tengo sin ti, cuando estoy sola. Porque la soledad me separa de la indiferencia, provoca el deseo de perderme dentro de mí misma. Tú ahuyentabas mis demonios, sabías cómo, jugabas con sus posibilidades.


Te fuiste sin limpiarme las lágrimas, sin llevar contigo fotografías ni espejos rotos. Lo último que susurraste, antes de llevarme a casa, antes de aferrarme a ti, fue:


"Te amo, ¡cómo te amo!, pero eres tan niña, tanto te falta y yo viviendo tan ocupado lidiando con la vida. Sé del dolor que te provocan mis múltiples despedidas, mi amor momentáneo, y ya no aguanto herirte. Tal vez, en otro tiempo, en unos años, te encuentre y me case contigo y pueda cumplirte las promesas que había hecho; pero es egoísta pedirte que me esperes, porque ahora yo no puedo darte nada."

Entonces yo, que te amaba, tanto como me era posible, me di la vuelta con el puño cerrado y con la ropa empapada en un manantial de desdicha. Y te esperé, contradiciéndote, como fidelidad a mis costumbres, durante años, o siglos, no lo sé, no distingo el día en que llegaste del que te fuiste, porque el tiempo y la soledad me acostumbraron a aceptar que no exististe, ni existes, ni existirás.


lunes, 19 de mayo de 2014

La Verdadera Historia de Rapunzel

Rapunzel

por

Los Hermanos Grimm




Había una vez un hombre y su mujer que habían deseado durante mucho tiempo tener un hijo, y al fin tuvieron razón para suponer que el cielo había oído sus deseos. Tenían una pequeña ventana en la parte trasera de su casa que permitía la vista de un hermoso jardín lleno de bellas flores y arbustos. Este jardín, sin embargo, estaba rodeado por un muro alto y nadie se atrevía a entrar en él a causa de que pertenecía a una poderosa bruja que infundía miedo a todo el mundo,


Un día, la mujer, que estaba cerca de la ventana, mirando hacia el jardín, vio un sembradío de hermoso rapónchigo. Tenía un aspecto tan fresco y verde que tuvo muchas ganas de comer algo. Este deseo fue creciendo cada día y como sabía que nunca podría ser satisfecho, empezó a palidecer y consumirse. Su esposo estaba alarmado y le dio:


-¿Qué te aflige, esposa querida?


-¡Ay! -contestó ella-, si no puedo comer un poco de rapónchigo del jardín de atrás me moriré.


Su esposo, que la quería, pensó:


-Antes de dejar morir a mi mujer tengo que conseguir algo de ese rapónchigo, cueste lo que cueste.


Así, cuando oscureció, saltó la pared del jardín de la bruja y cogió rápidamente un puñado de rapónchigo y se lo llevó a su mujer. Ella inmediatamente lo aderezó y comió con apetito. Era tan bueno que al día siguiente su antojo aumentó. Y no paró hasta que su esposo fue a buscar más. Así que, al anochecer, volvió al jardín, pero al saltar la barda se aterrorizó al encontrarse a la bruja frente a él.


-¿Cómo te atreves a entrar en mi jardín como un ladrón y robarme mi rapónchigo? -dijo ella mirándolo con enojo?-. ¡El mal caerá sobre ti!


-¡Ay! -contestó él- . sé compasiva conmigo, estoy aquí por necesidad. Mi esposa ve el rapónchigo desde la ventana y tiene tal deseo de él que se morirá si no le puedo llevar algo.


El enfado de la bruja desapareció, y le dijo:


-Si es como me dices te permitiré que te lleves todo el rapónchigo que quieras, pero con una condición. Tienes que darme al hijo que tu mujer está a punto de traer al mundo. Lo cuidaré como una madre y no le pasará nada malo.


En medio de su temor, el hombre consintió en todo y cuando la niña nació, la bruja apareció, le puso el nombre de Rapunzel (rapónchigo) y se la llevó.


Rapunzel era la niña más hermosa que hubiese en toda la Tierra. Cuando tenía doce años, la bruja la encerró en una torre en medio de un bosque. Esta torre no tenía ni puerta ni escaleras, sólo una pequeña ventana en lo alto del muro. Cuando la bruja quería entrar gritaba desde abajo:


-Rapunzel, Rapunzel, suelta tu cabello.


Rapunzel tenía espléndidos cabellos largos, tan finos como hilos de oro. Tan pronto como oía la voz de la bruja, desenrollaba su trenza y la dejaba caer por la ventana. La altura era de unas veinte brazas y la bruja subía por ella.


Sucedió que unos cuantos años después el hijo del rey cabalgaba por el bosque y se acercó a la torre. Desde allí oyó una canción tan hermosa que se detuvo a escuchar. Era Rapunzel, quien, en su soledad, pasaba el tiempo haciendo resonar su dulce voz. El hijo del rey quiso ir a ver a la que cantaba, pero cuando buscó la puerta de la torre no la encontró por ninguna parte.


Regresó a su casa, pero la canción le había llegado al corazón y cada día iba al bosque a oírla. Una vez hallándose escondido detrás de un árbol, vio a una bruja que llegó a la torre y gritó:


-Rapunzel, Rapunzel, suelta tu cabello.


Entonces Rapunzel dejó caer su trenza y la bruja subió por ella.


-Si esa es la escalera por la que se sube -pensó- probaré también mi suerte.


Y al día siguiente, cuando empezó a oscurecer, fue a la torre y gritó:


-Rapunzel, Rapunzel, suelta tu cabello.


El cabello calló de inmediato y el hijo del rey subió por él.


Al principio Rapunzel estaba horrorizada pues sus ojos nunca habían visto a un hombre; pero el hijo del rey le habló tan gentilmente y le dijo que su corazón estaba tan conmovido por su canto, que recuperaría el sosiego, hasta que la viese. Entonces, Rapunzel perdió el miedo y cuando él le dijo que si lo querría por esposo y ella vio que él era joven y apuesto, pensó: "Me querrá más que la vieja madre Gotel." Así que le dijo: 


-Sí. -Y dejó caer sus manos entre las suyas. Ella le dijo:


-Me iré gustosa contigo, pero no sé cómo salir de esta torre. Cuando vengas trae cada vez una madeja de seda y yo la trenzaré y cuando sea lo bastante larga bajaré y tú me llevarás contigo en tu caballo.


Le dijo además que tendría que verla al atardecer pues la bruja venía durante el día. La bruja no descubrió nada hasta que una vez Rapunzel le dijo:


-Dime Madre Gotel, ¿cómo puede ser que tú seas mucho más pesada al subir que el joven príncipe que no debe tardar?


-¡Oh!, niña malvada, ¿qué estás diciendo? Yo pensaba que te había separado de todo el mundo y tú me has engañado.


En su rabia agarró el cabello de Rapunzel, lo torció dos veces sobre su mano izquierda y cogiendo unas tijeras cortó su trenza. Fue tan despiadada que se llevó a Rapunzel a un desierto y la obligó a vivir en medio de penalidades y miseria. 


Por la tarde de ese día en que Rapunzel se vio condenada al destierro, la bruja cogió la trenza y la colocó en un gancho de la ventana y cuando el príncipe vino dijo:


-Rapunzel, Rapunzel, suelta tu cabello. 


Ella dejó ir la trenza. El príncipe trepó, pero no encontró a su amada Rapunzel sino a la bruja que lo miraba con ojos malvados, llenos de furia.


-¡Ah! -dijo ella burlándose-, has venido a buscar a tu amor, pero el hermoso pajarito ya no está en su nido; y ya no puede cantar más, pues el gato la ha agarrado y te va a sacar los ojos a ti también. Rapunzel está perdida para ti; nunca la volverás a ver.


El príncipe estaba fuera de sí, en medio de su pena y en su desesperación se echó por la ventana. No se mató, pero le sacaron los ojos las espinas entre las que cayó. Vagó ciego por el bosque y no tenía sino raíces y bayas para comer. No hacía otra cosa que suspirar y lamentarse por la pérdida de su querida esposa Rapunzel. De este modo anduvo durante años hasta que llegó al desierto, donde Rapunzel había estado viviendo muy pobremente, con los mellizos que había tenido: un niño y una niña. 


Un día, de pronto, el príncipe oyó una voz conocida y se dirigió hacia ella. Rapunzel lo conoció en seguida y lo abrazó llorando. Dos de sus lágrimas cayeron en sus ojos y estos se aclararon inmediatamente y pudo volver a ver igual que antes. 


Él la llevó a su reino, donde fue recibido con alegría y vivieron muchos años felices.



martes, 6 de mayo de 2014

¿Para Qué Sirven los Comunicólogos ?

El rol de un comunicólogo en la sociedad

Violeta Carrasco Jiménez


No hay comunicación sin sociedad ni hay sociedad sin comunicación, entonces ¿cuál es mi rol como comunicóloga?

Esta es una de las preguntas más difíciles a las que me he enfrentado desde que empecé mi carrera, sobre todo porque exige la definición de dos conceptos sumamente complejos: sociedad y comunicación. Por lo que para dar una respuesta aceptable debo empezar por explicar dichos conceptos.
‘Sociedad’ se plantea ambiguamente en los diccionarios, recorriendo desde grupos con intereses comunes hasta la convivencia bajo los mismos ámbitos espaciales y culturales. Yo prefiero más la postura de Durkheim y su sociedad con poder divino, la estructura social de Marx y sobretodo la sociedad red de Castells; pero por esta ocasión emplearé mis propios términos con base en mis observaciones, lo aprendido de los teóricos mencionados y bajo opiniones personales.

Considero a la ‘Sociedad’ como una estructura que se balancea entre lo ordenado y lo caótico, gráficamente la visualizo como una gigante telaraña mecánica, donde cada intersección es un individuo o un engrane que envía información hacia una o varias intersecciones (nodos) a la vez. Los individuos son engranes porque desempeñan una función dentro del mecanismo, poseen movimiento y dirección (todos marchan hacia la misma, si uno se desvía se avería la máquina) y son nodos porque reciben, procesan y retransmiten información. Aunque la estructura representa el orden, el intercambio de información produce caos, porque es simultáneo, en sentidos diversos y prácticamente sin control.

Esta estructura de telaraña mecánica ajetreada, está bajo la continua influencia de otro aparato no tangible, la energía que empuja a los engranes, a la cual llamaremos ideología. La ideología, para este ejemplo, es una fuerza que tiene el objetivo de impulsar o motivar a los nodos para que procesen la información de cierto modo y lo retransmitan de ese mismo, creando una reacción en cadena que una a todos los engranes; de vez en cuando las ideologías cambian y algún grupo de engranes empieza a moverse en otra dirección, pero poco a poco va regulándose todo el mecanismo. Digamos que la sociedad es algo que se autorregula. ¿Y de dónde sale la ideología?, bueno, como decía, es un poder superior y está en las manos del relojero (suponiendo que nuestra telaraña mecánica sea el interior de un lindo reloj), el cual cambia de vez en cuando; también pueden ser muchos al mismo tiempo.

En pocas palabras, hasta ahora tenemos un reloj con un mecanismo interno en forma de telaraña que es ajustado o desajustado por un relojero. Ahora toca introducir la comunicación en este aparato, porque va más allá de la simple recepción, procesamiento y retransmisión de datos. Es momento de incluir a Habermas en la lista de teóricos difíciles, pero necesarios.

Sin comunicación no puede haber sociedad y sin sociedad no puede haber comunicación; ¿Por qué? Porque estamos hablando de un círculo, de un ciclo creacionista en el cual una cosa está en función de la otra y viceversa. Me explico: La ‘Sociedad’ o el sistema integrador –como le llama Habermas- posee una base cultural que establece un simbolismo colectivo o individual para quienes perteneces a ella, tal simbolismo influye en la racionalidad de estos miembros, formando su personalidad y por lo tanto su modo de actuar e interactuar entre ellos, logrando una integración o no integración. Cuando se da el proceso de interacción (comunicación) y se llega a la integración, se forma una sociedad. Por lo que la ‘Sociedad’ es resultado de un proceso comunicativo y a su vez creadora del mismo.

El proceso del que estamos hablando lleva consigo un acto de entendimiento, el cual es primordial para la futura integración y conformación de una sociedad. El entendimiento se logra cuando se conjuntan la veracidad, la correspondencia con las normas contextuales y la validez (congruencia con la intención del emisor); sin mencionar la disponibilidad de los involucrados para hablar sobre el mismo tema y sobre todo para escuchar al otro.

Una vez desglosada la sociedad en sus partes de orden y caos, empiezo a digerir mi ocupación y rol como comunicóloga bajo mi campo de acción que está expuesto precisamente un párrafo antes -incluyendo estrictamente los conceptos de sociedad y comunicación- llegando a la conclusión de que la labor de un comunicólogo está en comprender la comunicación (valga la redundancia) para su futura implementación como base de una sociedad.

De la comunicación dependen los demás elementos sociales del ciclo propuesto anteriormente: la cultura, los símbolos, el raciocinio… Que a su vez reforzarán la sociedad ya establecida o generarán una nueva. El comunicólogo interactúa con objetos de cambio o reforzamiento, con poderes creacionales, destructivos, inamovibles. Su rol es estudiar la comunicación para conocer la sociedad y lo que conlleva, o al menos así yo lo percibo hasta ahora. En conclusión, si la sociedad y la comunicación van de la mano, el comunicólogo interactúa con ambas; de modo que si modifica una, transforma la otra, y es la transformación el punto que siempre me ha interesado, porque empiezan a preocuparme la cultura, los símbolos, el raciocinio y demás componentes de la sociedad de la que soy parte.

A pesar de que siento que el comunicólogo tiene opciones inagotables de roles, considero que tratar de decir cuál es su aporte social es de los retos más difíciles, justamente como consecuencia de sus numerosas posibilidades; por ello me empeñé en descifrar su rol principal utilizando los conceptos clave como guía y admito que gané satisfacción al reconocer mi importancia como comunicóloga y pisar suelo firme al fin, después de dos semestres, sobre mis metas.








martes, 22 de abril de 2014

Seré Curiosa

Seré Curioso

Eduardo Galeano


¿Por qué se identifica a la coca con la cocaína?

Si tan perversa es la coca, ¿Por qué se llama Coca-Cola uno de los símbolos de la civilización occidental?
Si se prohíbe la coca por el mal uso que se hace de ella,
¿por qué no se prohíbe también la televisión?
Si se prohíbe la industria de la droga, industria asesina,
¿por qué no se prohíbe la industria de armamentos, que es la más asesina de todas?

¿Con qué derecho los Estados Unidos actúan como policías de la droga en el mundo, si ese país es el que compra más de la mitad de las drogas que se producen en el mundo?

¿Por qué entran y salen de los Estados Unidos las avionetas de la droga con tan asombrosa impunidad? ¿Por qué la tecnología modernísima, que puede fotografiar una pulga en el horizonte, no puede detectar una avioneta que pasa ante la ventana?
¿Por qué jamás ha caído, en los Estados Unidos, ni un solo pez gordo de la red interna del tráfico, aunque sea uno solito de los reyes de la nieve que operan dentro de fronteras? 

¿Por qué los medios masivos de comunicación hablan tanto de la droga y tan poco de sus causas?

¿Por qué se condena al drogadicto y no al modo de vida que multiplica la ansiedad, la angustia, la soledad y el miedo, ni a la cultura de consumo que induce al consuelo químico?
Si una enfermedad se transforma en delito, y ese delito se transforma en negocio, ¿es justo castigar al enfermo?
¿Por qué no libran los Estados Unidos una guerra contra sus propios bancos, que lavan buena parte de los dólares que las drogas generan? ¿O contra los banqueros suizos, que lavan más blanco?
¿Por qué los traficantes son los más fervorosos partidarios de la prohibición?

¿No favorece el tráfico ilegal la libre circulación de mercancías y capitales? ¿No es el negocio de la droga la más perfecta puesta en práctica de la doctrina neoliberal?¿Acaso no cumplen los narcotraficantes con la ley de oro del mercado, según la cual no hay demanda que no encuentre su oferta?

¿Por qué las drogas de mayor consumo son, hoy por hoy, las drogas de la productividad? ¿Las que enmascaran el cansancio y el miedo, las que mienten omnipotencia, las que ayudan a rendir más y ganar más? ¿No se puede leer, en eso, un signo de los tiempos? ¿Será por pura casualidad que hoy parecen cosa de la prehistoria las alucinaciones improductivas del ácido lisérgico, que fue la droga de los años setenta? ¿Eran otros los desesperados? ¿Eran otras las desesperaciones?


"Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Eduardo Galeano. 2012. pag 134-135   


  

jueves, 17 de abril de 2014

En el Desván de Maravillas

¿Y si me sueñas?,
¿y si te sueño?, 
¿y si soñamos juntos?

¿Y si armamos nuestro desván de maravillas?, donde la orquesta de tu corazón no tenga por qué detenerse, donde ni el futuro ni el ayer existan y el día más bello de todos sea el de hoy. ¿Y si en él inventamos nuestro propio lenguaje? uno que no olvide que los besos hablan, que las cosas se hacen para decirse solas; uno que prohíba las promesas. 


En nuestro desván no cabrían todas las definiciones de amor, sólo las que concordaran en que el amor es amar... y ya. Pero habría espacio para todas las estrellas, porque nunca se han contemplado lo suficiente. 


Recubriríamos sus paredes con espejos pulcros, sin distorsión alguna por estereotipos sociales, para que no vuelva a engañarnos nuestra piel. En la entrada colgaríamos un cartón con ciertas reglas, donde 'valentía' se escribiría con letras mayúsculas. Y en la ventana pasarían mil doscientas blancas lunas, para curar los lunares que dejaron las lágrimas.


La magia pasaría a ser parte de lo cotidiano, como lo ha sido siempre, pero ahora nos daremos cuenta. Pasaríamos a ser parte de la fantasía, para entender que la vida y la muerte son la misma cosa y por fin tendríamos la libertad de ser.


La risa se convertiría en virtud, el silencio en música. Nadie esperaría ni extrañaría nada porque se viviría por instantes y no por años. Y al entrar en ese desván viejo, desvencijado, sin cortinas, se ganaría el derecho para arder, llover y suspirar, y todo aquel que entrase creyéndose cuerdo, sería el loco.


Y todos, absolutamente todos en nuestro desván de maravillas estaríamos desnudos del alma, porque no habría miedo.


¿Y si me sueñas?

¿y si te sueño?
¿y si soñamos juntos?



jueves, 10 de abril de 2014

Masoquismo

De pronto caí en la cuenta de mi soledad. Leía tus cartas con una voz sin voz, porque no fui capaz de recordar la tuya. De todos los hombres que han estado en mi vida, ninguno se ha sabido quedar. ¿Quién soportaría algo tan perturbado, tan aterrador, tan ligeramente bello?

Te conté que desde mi casa la luna tenía más brillo y solía asomarse a deshoras, te conté que lo que escribía era mitad sueño y mitad pesadilla. Cuando finalmente conociste mi mundo me hiciste saber que estaba lejos de lo fantástico, que estaba roto... igual que yo. Te conté que nunca padecía de frío y que detestaba el calor, tanto como detesto tu sarcasmo, tu atrevimiento, tu afán, tus ganas de irte y no volver. Asomé mi cuerpo por la ventana, para fumar entre luces azules, con la desnudez y palidez de mi cuerpo colmada de maldiciones. Mis demonios jamás se irán, este escalofrío será mío por siempre.

Me marea pensar en ti. De nada sirve seguir negando lo evidente: te amo. Desde que te conozco duermo menos y me ido acostumbrado a ya no pintar retratos y dibujar bodegones con lo mucho que los odio. Yacen un cigarrillo tras otro, decoran mi llanto ilegible, mudo, ahogado con las asperezas de mi respiración. Me suelto el cabello, estoy sin sábanas y sin un colchón y con la más terrible de las melancolías.

Detesto esa forma que tienes de acelerar mi corazón, detesto esa forma tuya, única, de estremecerlo todo. Detesto que mientras más escribo, buscándote en las comisuras de mi vida, cuando más espero otra carta tuya, desaparezcas. No es la primera vez, no es la última; estoy acostumbrada a tu deseo de mí por intervalos, tan largos como mi penuria. (Bésame en la boca, me desvanezco). ¿Recuerdas cuando escuchamos música?, de esa que no te gusta oír, de esa con magia. He acompañado tantas de tus noches, en aquel sofá desvencijado, de terciopelo, el único en la habitación. El mundo destruyéndose afuera y yo aquí, hablando de amor sin pausas, porque tú, mi tragedia, embelleces mi mundo. La verdad es que estoy atada al masoquismo. 

Por si te lo preguntas no eres mi primer suicidio, estoy enamorada de la muerte lenta. Ya me habían hablado antes de ternura, de estrellas, de cuentos de hadas, de la locura, del erotismo y de muchas otras perversiones. Habían citado antes mi cintura, el lunar en mi oreja, mis labios, mis máscaras; pero la diferencia es, cariño, que en ti las cosas suenan más sublimes, con otros tintes, bajo otras pinceladas. Eres un artista. Mi oscuridad no acaba nunca, menos si se trata de ti. Porque tus ojos me dibujan, a mi cabello tiñes de negro, negra es la tinta de nuestras almas; eres triste. Si hay algo que a mí parecer es hermoso, es la tristeza.

Si hay algo que a mí parecer es más hermoso todavía, es la soledad. Mis soledades siempre se han caracterizado por ese sabor a café sin azúcar, como a mí me gusta, bebido en madrugadas estériles; por las pasiones ininterrumpidas y las danzas suaves, por el miedo que le tengo a mi propia existencia y la lucha ciega para no dejarme morir. Si otro nombre tiene mi soledad es el de deleite; deleite por el olvido, por los cielos nublados, por el dolor, por las risas a carcajadas, por cada instante transcurrido. ¿Quién soportaría la compañía de una mujer sumergida en eternidades?

No es la única ocasión en la que me llaman niña, pero ocurre siempre (¡y te lo digo con reproche, con más pesadez de la que aguanto!) que es por temor a reconocer lo irreconocible; que soy más fuerte que los días lluviosos y más valiente que las cicatrices que llevo conmigo, que aunque traigo el corazón oprimido y en pequeños trozos, cuento con más coraje que el tuyo. Si vivo en sueños no es voluntariamente, es una cuestión de mi naturaleza. Si vienes a mí que no sea con disculpas, ni con la hipocresía de las rosas; sólo ven, no me digas nada.

Se me ha dormido ya el rostro.  Se te han acabado a ti las excusas. Las excusas me las sé todas; la distancia, la edad, el desapego, la falta de tiempo, la inconstancia y otro cúmulo de estupideces. La más grande de las tuyas, corazón, es el cinismo, ese que tanto adoro, el que acompaña tus expresiones faciales de banalidad, el arqueo de tu ceja cuando tengo la ocurrencia de ser. Jamás has soportado que sea, ni en mis baños de espuma con el agua hirviendo, ni en mi estado libre, salvaje, lleno de vehemencias y mucho menos en mis injurias de espejo.

La realidad es que con todo y con nada, así te quiero. Voy amándote por el movimiento de tus manos, por el sufrimiento ocasionado por tu ausencia, por tus repentinas apariciones en mi delirio, aquel cansado de las cuerdas flojas, que no atan ni desatan, sólo tientan. La última vez que te vi, admitiste amarme también, pero demasiado pronto o demasiado tarde porque nuestros destiempos y el caos de nuestras vidas no permitían tu goce total. Desde entonces escribes, en impredecibles meses hasta que he decidido, amor, llamarte Noviembre, por tus sombras, tu inestabilidad y desasosiego. Tienes esa capacidad de enloquecerme, de deshojarme, estés o no estés, a tu lado y en tu silencio. Noviembre mío, te amo, te pido amarme, dejarme amarte, así, como hasta ahora lo has hecho, como ir pintando un lienzo.    
    
El mundo destruyéndose afuera y yo aquí, hablando de amor. Pensé que había construido una mejor forma, una más libre de amar; pero no, construí una más dolorosa. Porque fue peor darte la libertad para irte, para no llamar, para no escribirme, para no verme si en tu interior no nacía tal ose dichoso; fue peor darte la libertad de elegir... y que al final, no me eligieras. Porque tú bien sabes que cuando te decía "eres libre", murmuraba "escógeme, libremente".

Reitero en mi naturaleza; odio los compromisos obligados, los tratos pre-establecidos, las ataduras y las estructuras trazadas por la sociedad que me rodea. No soporto el hecho de la no espontaneidad, de la mecanicidad y la monotonía. Repudio las definiciones austeras porque me gusta erigir mi propio lenguaje, uno sin límites, sin convencionalidades. No había nada que hacerle, así soy, así somos, carezco de preámbulos y no habría podido conformarme con tomarte de la mano, sonreírnos y amarnos de esa forma que ya fue escrita.

Cómo sufrí al pensarlo esta mañana; pero yo he elegido libertad y amor en un conjunto utópico, y tú has elegido, ante mi propuesta, la sensatez de huir de esta mujer loca.



Atardecer y Flores
por: Violeta Carrasco Jiménez