jueves, 31 de julio de 2014

Hasta que Vuelvas a Sucederme II


Creí que nunca volverías a sucederme, pero ahí estabas, un año después; toda una vida. No te esperaba ni te espero ahora, pero nadie pudo nunca sacarte de mi cabeza, bueno, quizá uno, pero al igual que tú, se fue sin decirme nada. 

No sé en qué momento tomaste ese gusto por las fiestas, ni en qué momento el destino empezó a mofarse de mí, a degustar mis momentos ridículos o excepcionalmente barbáricos, y absolutamente inverosímiles; mejores que cuentos y condenados a la eterna estancia en mi memoria o en mis letras, porque son demasiado extraordinarios (por no decir abrumadores, entre otros adjetivos) o porque sencillamente mis oyentes nunca los creerían. Si el destino fuera una persona, como alguna vez Lewis Carrol dijo que lo era el tiempo, se habría revolcado de la risa esa noche.

Como de costumbre, estaba buscando a alguien, pude haber buscado a quien sea, menos a ti y menos en ese lugar; buscaba a una amiga en la casa de una amiga como a las 2:00am, porque su torpeza me metió en un lío (le dijo a sus papás que yo la regresaría a casa) y después de escaparse de una simple reunión, nos hizo a todos perder la cabeza. La encontramos, eso no importa, lo importante es que yo fui la elegida para entrar en el barbullo y sacarla a rastras. 

Conocía a la mayoría de las personas a mi alrededor, pero ninguna me daba pista de su paradero exacto; me asomé a una habitación y vergonzosamente me topé con dos chiquillos durmiendo; cuando me volteé había alguien ahí, un señor enojado porque abrí la puerta y lo único que se me ocurrió decir fue "que les estaba echando un ojo". No soy muy ingeniosa en este tipo de circunstancias.

Llegué al jardín y observé un círculo de hombres jugando "beer-pong", pegados hombro contra hombro. Mi mejor amigo llegó corriendo tras de mí y me dijo:

-Sophie, ¿Por qué tardas tanto?

-No encuentro a Mónica, no sé dónde se metió. ¿Será que mintió otra vez y se fue a otra parte?

-Nah, debe estar viendo cómo juegan, voy a ver.

Cabe recalcar que mi mejor amigo es gay, esto es sumamente importante para denotar lo hilarante del siguiente evento. Él se fue a asomar al tumulto ebrio alrededor de una mesa de ping pong, yo volteaba a los alrededores por si veía a Mónica escabullirse a mis espaldas, cuando una carcajada estridente llamó mi atención, vi la espalda de mi amigo no tan lejos y fui a ver cuál era la payasada o el payaso, según se ameritara.

Olía deliciosamente a whiskey, el pasto estaba húmedo y las luces alumbraban lo suficientemente bien la puesta en escena de mi odiado Destino. En cuanto sostuve a mi amigo por el brazo tú volteaste, los pelos se me pusieron de punta, estabas borracho, ¿qué digo borracho?, ¡borrachísimo! y me veías con los ojos entreabiertos, todo colorado. No sé qué cosa me dijiste o me intentaste decir; mi mejor amigo (de quien seguramente había sido la carcajada al verte de esa manera) se alejó de ti unos pasos pero tú lo regresaste a su lugar. Todavía pienso que fue un delirio lo que presencie, un juego otorgado por mi mente o una broma de ustedes dos, porque lo agarraste rápidamente y le plantaste un beso en la boca, el muack estridente me aturdió, mi amigo se giró hacia mí, confundido, retrocedimos y me dijo impaciente:

- Tengo que explicarte qué fue lo que pasó, no quiero que creas que...

Entonces lo interrumpí y lo abracé, sin saber si tirarme al piso de la risa, si llorar o hacer ambas cosas aleatoriamente. -No es tu culpa- le dije, y se me ahogó la voz. Pero no termina ahí, si tenía la esperanza de que en tu estado no me hubieras reconocido, murió cuando, como pudiste, me gritaste:

-Seguramente te la pasas con ese wey... ¡Y todavía lo besas!

Creíste que mi abrazo hacia mi mejor amigo gay, había sido un beso. Esta es la mejor definición de "ridículo" que he escrito jamás. Continuaste:

-Tú haz de creer que no me entero de las cosas.

Después dijiste algo sobre la última vez que nos vimos, en la casa de tu novia (¿ex novia?) de hecho, pero yo ya no podía seguir escuchando más, mis piernas ya habían empezado a temblarme y la cabeza me iba a estallar de tanta confusión. Me fui corriendo del jardín y me topé con Mónica en la entrada; no te volví a ver, no fuiste detrás de mí. Le pedí a mi mejor amigo que no comentara nada, lo único que más tarde se atrevió a decir fue:

-Sophie, ¿qué no viste bien?, fue un ataque de celos.

Supongo que si el señor (bufón) Destino así quiere jugar conmigo o con nosotros, si es que tú estás consciente también de nuestra situación, nos volveremos a ver hasta dentro de un año. Creí que te amaría de nuevo si volvías a sucederme, pero parece que no, ya no te conozco y lo que más me intriga de todo es de qué te enteraste como para reaccionar así. No sé quién eres, pero por favor, no vuelvas a sucederme o por lo menos cuando lo hagas, ten la decencia de que no sea igual.


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