martes, 6 de mayo de 2014

¿Para Qué Sirven los Comunicólogos ?

El rol de un comunicólogo en la sociedad

Violeta Carrasco Jiménez


No hay comunicación sin sociedad ni hay sociedad sin comunicación, entonces ¿cuál es mi rol como comunicóloga?

Esta es una de las preguntas más difíciles a las que me he enfrentado desde que empecé mi carrera, sobre todo porque exige la definición de dos conceptos sumamente complejos: sociedad y comunicación. Por lo que para dar una respuesta aceptable debo empezar por explicar dichos conceptos.
‘Sociedad’ se plantea ambiguamente en los diccionarios, recorriendo desde grupos con intereses comunes hasta la convivencia bajo los mismos ámbitos espaciales y culturales. Yo prefiero más la postura de Durkheim y su sociedad con poder divino, la estructura social de Marx y sobretodo la sociedad red de Castells; pero por esta ocasión emplearé mis propios términos con base en mis observaciones, lo aprendido de los teóricos mencionados y bajo opiniones personales.

Considero a la ‘Sociedad’ como una estructura que se balancea entre lo ordenado y lo caótico, gráficamente la visualizo como una gigante telaraña mecánica, donde cada intersección es un individuo o un engrane que envía información hacia una o varias intersecciones (nodos) a la vez. Los individuos son engranes porque desempeñan una función dentro del mecanismo, poseen movimiento y dirección (todos marchan hacia la misma, si uno se desvía se avería la máquina) y son nodos porque reciben, procesan y retransmiten información. Aunque la estructura representa el orden, el intercambio de información produce caos, porque es simultáneo, en sentidos diversos y prácticamente sin control.

Esta estructura de telaraña mecánica ajetreada, está bajo la continua influencia de otro aparato no tangible, la energía que empuja a los engranes, a la cual llamaremos ideología. La ideología, para este ejemplo, es una fuerza que tiene el objetivo de impulsar o motivar a los nodos para que procesen la información de cierto modo y lo retransmitan de ese mismo, creando una reacción en cadena que una a todos los engranes; de vez en cuando las ideologías cambian y algún grupo de engranes empieza a moverse en otra dirección, pero poco a poco va regulándose todo el mecanismo. Digamos que la sociedad es algo que se autorregula. ¿Y de dónde sale la ideología?, bueno, como decía, es un poder superior y está en las manos del relojero (suponiendo que nuestra telaraña mecánica sea el interior de un lindo reloj), el cual cambia de vez en cuando; también pueden ser muchos al mismo tiempo.

En pocas palabras, hasta ahora tenemos un reloj con un mecanismo interno en forma de telaraña que es ajustado o desajustado por un relojero. Ahora toca introducir la comunicación en este aparato, porque va más allá de la simple recepción, procesamiento y retransmisión de datos. Es momento de incluir a Habermas en la lista de teóricos difíciles, pero necesarios.

Sin comunicación no puede haber sociedad y sin sociedad no puede haber comunicación; ¿Por qué? Porque estamos hablando de un círculo, de un ciclo creacionista en el cual una cosa está en función de la otra y viceversa. Me explico: La ‘Sociedad’ o el sistema integrador –como le llama Habermas- posee una base cultural que establece un simbolismo colectivo o individual para quienes perteneces a ella, tal simbolismo influye en la racionalidad de estos miembros, formando su personalidad y por lo tanto su modo de actuar e interactuar entre ellos, logrando una integración o no integración. Cuando se da el proceso de interacción (comunicación) y se llega a la integración, se forma una sociedad. Por lo que la ‘Sociedad’ es resultado de un proceso comunicativo y a su vez creadora del mismo.

El proceso del que estamos hablando lleva consigo un acto de entendimiento, el cual es primordial para la futura integración y conformación de una sociedad. El entendimiento se logra cuando se conjuntan la veracidad, la correspondencia con las normas contextuales y la validez (congruencia con la intención del emisor); sin mencionar la disponibilidad de los involucrados para hablar sobre el mismo tema y sobre todo para escuchar al otro.

Una vez desglosada la sociedad en sus partes de orden y caos, empiezo a digerir mi ocupación y rol como comunicóloga bajo mi campo de acción que está expuesto precisamente un párrafo antes -incluyendo estrictamente los conceptos de sociedad y comunicación- llegando a la conclusión de que la labor de un comunicólogo está en comprender la comunicación (valga la redundancia) para su futura implementación como base de una sociedad.

De la comunicación dependen los demás elementos sociales del ciclo propuesto anteriormente: la cultura, los símbolos, el raciocinio… Que a su vez reforzarán la sociedad ya establecida o generarán una nueva. El comunicólogo interactúa con objetos de cambio o reforzamiento, con poderes creacionales, destructivos, inamovibles. Su rol es estudiar la comunicación para conocer la sociedad y lo que conlleva, o al menos así yo lo percibo hasta ahora. En conclusión, si la sociedad y la comunicación van de la mano, el comunicólogo interactúa con ambas; de modo que si modifica una, transforma la otra, y es la transformación el punto que siempre me ha interesado, porque empiezan a preocuparme la cultura, los símbolos, el raciocinio y demás componentes de la sociedad de la que soy parte.

A pesar de que siento que el comunicólogo tiene opciones inagotables de roles, considero que tratar de decir cuál es su aporte social es de los retos más difíciles, justamente como consecuencia de sus numerosas posibilidades; por ello me empeñé en descifrar su rol principal utilizando los conceptos clave como guía y admito que gané satisfacción al reconocer mi importancia como comunicóloga y pisar suelo firme al fin, después de dos semestres, sobre mis metas.








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