domingo, 4 de marzo de 2012

De la Enfermedad del Amor

Leí una vez definir al amor como una enfermedad rebelde de la que el paciente no quiere sanar. Es cierto.

Confieso que han sido más de mil doscientas lunas enfermizas, lunas que han lavado tu existencia cada vez menos real y más de sueño. Mi cuerpo ha adolecido tus ausencias, las lágrimas han dejado oscuros lunares en mi rostro. Hay un hueco en el corazón y siento que tú y sólo tú podrías llenarlo. Se llenaría con tus risas, con tus caricias suaves, tu incomprensible y apenas vigente amor por mi.

A veces charlo contigo en las mañanas, imagino tu voz y tu consuelo, tu hombro listo para dejarme llorar. Alucino con tus brazos en la ducha y en la cama (instantes antes de dormir), tus besos también suelen presentarse como un sutil cosquilleo en la mejilla.

No te pido más, no te pido nada que no puedas darme..

El hueco de mi corazón no es por tu amor en carencia, es por no poder amarte, por no dejarme amarte. ¿Cuánto más vamos a esperar, amor?

Sigo deseando recorrer la perfección de tu cuerpo, sentir tu alma en una velada infinita. ¿En qué momento se deshizo el sueño de una vida juntos? Ah, sí, lo recuerdo: ese momento de traición.

Te he perdonado, lo comprendí y lo olvide; lo sabes. Pero no entiendo qué quieres de mi.

Me he preguntado si haz enfermado tanto como yo en estas más de mil doscientas lunas, no lo creo, y si lo fuera ¿Me dejarías sanarte con un profundo amor?






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