El amor es de valientes, corres el riesgo de ganar y de perder, de gozar y de sufrir.
Me pasó de todo.
No podría describir precisamente lo que siento, ¡porque no me siento!, era él quien me hacía sentir. A menudo las cosas se veían mucho más fáciles, una pelea tonta era lo más sencillo de arreglar en todo el mundo. Pero esta vez es el mundo que se me ha caído encima. El cristal de ensueño bajo el cual vivía se ha roto y sus trozos ¡vaya, cómo hieren!
La negación, la decepción, la tristeza. Anoche no dormí nada, no me quitaba la idea de haberlo perdido para siempre, y es que ese para siempre suena tan increíblemente doloroso.
No podré escribir más, la razón quiere hablar y el sentimiento también. Es desastroso. Mis próximas reflexiones tendrán que ser silenciosas, sin el lápiz quizás, pues la situación aún me sabe amarga.
Soy patética, lo sé; pero mi amor es real. Me arde amarlo, me mata, ¡me hiere profundamente! ¿Será este el precio del amor?
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