Gracias por leer mis tonterías y por escribirme... escríbanme más seguido ¿sí? mi sonrisa será de oreja a oreja. Por ahora es suficiente, la verdadera razón por la que estoy aquí es otra, no para narrarles mis aventuras, de esas que sólo me ocurren a mí. Sucede que hallé un diario más, uno de los que les había contado antes, es uno viejo, de la primaria (¡ja! cómo si fuera abuelita yo) más o menos de 6to grado, yo tenía unos 12 años y escribía... escribía porque era la única forma que conocía para vivir. Creo que todavía la encuentro mi forma favorita. Escribí en aquel diario de todo, en especial sobre amores de niños, de los de manita sudada, recaditos y besos con los ojos. Pero una sola página me mostró algo singular. Son apenas unos versos, pero de un peso terrible. Se los dejo aquí, teniendo dentro mío toda la impresión del mundo, se los dejo tal cual como lo escribió llorando esa niña de 12 años en su alcoba. Su título fue "Lección Aprendida" y el recuerdo de tal ocasión aún retumba en mis entrañas.
Lección Aprendida
Una vida con destino
pasado, todo olvidado
presente, perfecto
futuro, muy claro.
Un año difícil,
dos aventajados,
todo tan fácil
para mis manos.
Siempre llegar primero,
siempre comenzar por mí,
todo parecía bueno
hasta que olvidé vivir.
Amistades perdidas
siempre sin vivir riesgos,
hacer sólo lo que puedas,
sin tener que elegir caminos.
Pasear con ojos vendados,
desperdiciar la vida,
la perfección no es la clave
para tener lo que amamos.
Esta vez he aprendido algo
quizá un poco tarde,
pero si algo me quedó claro
es lo que es perder.
Palabras grabadas,
también sensaciones,
todo con pronunciar
es mi lección aprendida.
En el espejo tengo a esa niña, quizá era más fuerte de lo que yo soy ahora. No quisiera decepcionarla, porque últimamente he llorado mucho. Como que ella me alza el rostro y lo seca con un trapito tibio. Me dice que soy más de lo que pienso y que me mire en ese espejo... y a pesar del mucho dolor que llevo encima, lo hago; me miro y noto en mis ojos la verdad; ella tiene razón, la perfección te quita más de lo que te da, ¡es tan común para una mujer querer aspirar a ser perfecta! y seguimos sin tener lo que añoramos, sin en cambio. Por eso le sonreí a mi espejo, y le sigo sonriendo cada vez que paso por ahí, procurando no agachar la cabeza y pronunciando una y otra vez con voz bastante firme: Lección Aprendida.
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