Eres la tristeza y la palidez del lirio;
eres la esperanza del perdido, la ilusión del soñador;
eres belleza para el espectador e inspiración para el artista.
Sé que enciendes melodías, para quienes saben escuchar;
sé cuan pretencioso, cuan sagaz, cuan prófugo y corrupto llegas a ser;
sé que tus siervos son de hueso y ya no les queda piel;
sé que eres más dolor que goce, más muerte que vida.
No naces de la llama ni floreces cual semilla;
has destruido palacios e iniciado guerras;
¡eres arma de fuego!, ¡eres un filo de lanza!
Eres el desierto sin agua y sin sol;
la simpleza de un suspiro, la complejidad de la voz;
dime si eres la perfección o el defecto;
la cobardía o el valor.
¡Ay, amor! eres tantas cosas,
un día eres la sonrisa, al otro la lágrima;
eres la caricia y el desdén, el frenesí momentáneo;
la especulación, la perversidad, el menosprecio;
conoces los reproches al derecho y al revés.
¡Ay, amor! eres todo menos lo que deberías ser;
ser amor, amor y punto.
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