Todo el día pensé sin pensar en nada, viendo el mensaje palpitando en el monitor; posiblemente con tu sonrisa escondida en el fondo, esa sonrisa mala con la intención de herirme, y con tu indiferencia escrita en el punto final. Esto era de esperarse, sabía que iba a dolerme... pero no sé en qué momento empezó a hacerlo. Hubiera preferido cien mil veces que te quedaras, en vez de quedarse la inspiración; me matas porque te dejo matarme, ¡me odio al dejarte hacerlo!, te odio porque ignoras que lo haces.
Sigo sentada en el sofá, muriendo bajo la lluvia, escuchando Apocalyptica con escalofríos intensos; lamentándome la ironía del amor, llorando porque no sé hacer otra cosa, porque no me dejas muchas opciones mas que llanto y un cigarrillo. De pronto se me quitaron las ganas de dormir; la luz del taburete es mi luna y tú eres mi insomnio, hecho de quién sabe qué, capaz de sumergirme en un miedo tan denso como la lluvia misma.
Contigo, sin ti, ¡no importa! a cada rato haces arder mi corazón; tú y yo tenemos algo en común por si no lo has notado, a ambos nos encanta hacerme sufrir. Ya no sé qué hacer contigo; eres mi dolor de cabeza, mi dolor de estómago (lo escribo con el corazón al borde de un estallido), eres la grieta en mi destino, la premonición inconclusa desde hace meses; eres, por lo tanto, mis ataques incontenibles de risa cuando ya no sé que sentir al respecto, eres mi "una semana más, por favor, para procesar lo ocurrido". Eres, esa es la cuestión, porque si no fueras no te vería al cerrar los ojos, no alucinaría, no me sentiría demente, no pensaría en nuestros atardeceres pendientes, ni en las pasadas lunas llenas.
Pero me he dado cuenta de cuál es el problema. Las cosas serían más fáciles si tú y yo no fuéramos artistas; ni tú te esforzarías en querer matarme, ni yo me esforzaría en querer morir. Porque los artistas son crueles, crueles a sobremanera, y lo que odio, más que ninguna otra cosa, es que entre todos te siga prefiriendo a ti. Me importas, he ahí un problema más. Pero el mayor de todos es mi odio hacia ti; te odio por cuánto me gustas, te odio porque la solución sería que dejaras de hablarme, te odio porque te quiero querer, te odio porque eres libre de elegir y no me has elegido, te odio porque existes y te odio, con el dolor que mi alma permite, porque no te tengo... no te tengo.
Fotografía por
Violeta Risueño.
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