domingo, 3 de noviembre de 2013

Disculpas

Antes de que digas nada o cualquier otra cosa quisiera pedirte perdón.


Perdón por ser la clase de chica que camina mirando al piso... o al cielo. Perdón por ser la clase de chica que patea las hojas de otoño y huele flores. Te pido perdón por mi molesto amor a la historia y pasión al arte. Perdón por ser la clase de chica que detesta los centros comerciales e ir de compras.


Lamento tener una opinión para todo y una teoría para muchas cosas. Quisiera pedirte perdón por vivir en sueños, por leer tantos libros, por no poder evitar ver la arquitectura en las calles y las fotografías en los muros. Perdóname por ser silencio y por hablar demasiado. Perdóname por guardar tus fotos y por soñar contigo... ¡no controlo lo que sueño!... ¡no puedo!... no puedo.

Siento mucho, de verdad, que me perturben mis pensamientos, que me persigan mis demonios y que no deje de aprender del pasado. Te pido disculpas por mi voz, pero es que así hablo, me salen las palabras y los modos de no sé dónde, ¡de las entrañas!, ¡del ombligo si quieres!... ¡caray!, no te parece nada. Perdóname por escribirte poemas y hacerte dibujos. Sé que no lo hago bien, pero me inspirabas a hacerlo.

Disculpa mi interés por ti, por cómo fue tu mañana, por tus preocupaciones y por tus alegrías. Discúlpame, por favor, por cuando he sido lluvia, por tener el cabello demasiado oscuro, ojos grandes y observarlo todo, por hablarte de música y pedirte consejos. Me apena, como no te imaginas, haber sido contigo yo misma y haberte prestado mi tiempo.

Perdón por ser la clase de chica sincera, la que viste de negro, a la que le gustan sus clases y no duerme por hacer sus tareas. Perdón por ser la clase de chica que no se arregla lo suficiente, odia amarrarse el cabello, se pinta los labios de rojos, de rosas, de naranjas, de cafés. Perdón por ser la clase de chica que se arriesga, que enfrenta sus miedos, que disfruta... disfruta hasta de sus tristezas.

Siento mucho haberte aburrido con mis pláticas sobre estrellas, sobre hadas, sobre filosofía. Siento mucho haberte aburrido con mi gusto por el teatro, por los museos, por lugares antiguos y por los cuadros; pero ¡¿qué podía hacer?! Siento mucho no haber estado a la altura de tus temas.

Me disculpo una y mil veces por narrarte mis pesadillas, por compartir mis temores, por elogiarte, por verte a los ojos, por tomar contigo café y pasear en la tarde. Discúlpame por las risas, por permitirme rarezas y ridiculeces, por rozar tu mano y confundir tu cuerpo con fantasía.

Y por encima de todas las cosas te pido perdón por desear un abrazo, eso, un abrazo, ni más ni menos, sólo un abrazo de despedida. Perdón por llorar ahora, pero la culpa es mía desde que dije "hola".

Como sigo sin entender que habré hecho para arruinarlo, te pido disculpas por todo cuanto me pudiese faltar y quieras perdonarme o no, eso no te da derecho ¡¿me oyes?!, no te da derecho a traer colgando mi corazón en tu suela, a rascarme como se rasca una costra, ni a mofarte de mis sentimientos. No te da derecho a prometerme cosas ni a plantarme anhelos, ni a decirme princesa. ¿No puedes ser más cruel conmigo? sé que son menos mis habilidades que mis defectos; así que perdón, por última vez, por dejarte conocerme y querer conocerte, por vivir en una realidad distinta a la tuya, llena de mis tonterías y lejos de tus ambiciones. Perdóname por pensar en curar tus soledades, por quedarme a costa de mis impulsos y por quererte, poquito y bien, como nadie, ¡nadie! podría hacerlo.


1 comentario:

janmorales89 dijo...

maravillosamente triste...