Acaso dejamos nuestros cuerpos en la cama,
el resoplo de minutos adheridos a estos cuerpos.
La iluminada pieza en el fulgor de la piel,
la piel dibujada en las cordilleras
de las telas.
Dejamos la existencia colgada en la ropa, el amor,
en los labios, se imprimen en la taza de café.
Dejamos algo nuestro en la ducha de jabón,
Algo nuestro en los espejos.
Cada principio de tiempo, un juego,
una loca estimación, orquídea muriendo.
Las sábanas serán diferentes como los hombres,
la búsqueda infinita bajo las muertes.
Lo posible: una hoja de árbol tiende a desprenderse.
Silentes morimos en el último reflejo del espejo
nacemos con zapatos nuevos
y una medalla de honor
para seguir viviendo.
Citlali H. Xochitiotzin Ortega
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