martes, 18 de febrero de 2014

Lo que Soy, lo que no Soy

Este movimiento de hombros, amor, contraídos y retenidos por cuerdas, o enredaderas o cualquier otra cosa que corte y queme mi voluntad; este movimiento de hombros, como de columpio, como de sosiego, en compañía del aire inerte, que no sopla, sino besa; este movimiento, amor, se llama suspiro. 

Y como no conoces mi locura de noche, ni de medio día, te describo, como advertencia lo que soy. Como no conoces mis laberintos, mis cicatrices, ni mis afanes, te describo con nula prudencia, lo que no soy:

Soy locura, como te dije, cuando se me da la gana, 
también soy insomnio de vez en vez.
Soy un lápiz, un pincel, una guitarra
frente a espacios vacíos, o con poca piel.

Soy por las mañanas, el deseo de seguir soñando,
por las tardes el café frío, el café olvidado.

Soy el hueso de mi cadera, mi costilla, mi corazón
soy la espina de las hojas secas, 
soy la rama desierta, el cielo nublado, desolación.

Soy, cuando no me quedan más ganas, una escena triste,
casi nunca camino, a mi me gusta volar.
Soy, cuando me sobra la vida, un personaje de chiste,
no me gusta el vacío, cuando me place nadar.

Pero no seré nunca como un día de verano,
porque muy bien conozco la soledad.
No seré nunca como me vi en el pasado
porque si algo he aprendido, es a olvidar.

Y se me secarán  las guirnaldas y los cielos azules
 o cualquier otra magia que pudiera tener,
se me cerrarán los ojos y palidecerán las nubes
y la fantasía que me acostumbraba llover.

Se me podrá acabar la vieja tinta y los viejos tesoros,
pero si existe algo que siempre he de ser
será la caricia grabada en tu rostro
y los muchos collares con recuerdos de ayer.

Se me podrán ir los días y quedarán sólo escombros
pero si existe algo que nunca he de ser
será la vida en comodidad y estorbo
sin el placer andante de las lunas de miel.

Soy, contradicción y presentimiento
No soy, llama ambigua ni lúcido encuentro.

Este movimiento de labios, amor, entreabiertos, tibios, mojados, con el sabor a inocencia y a cielo nocturno; este movimiento, acompañado de deseo, de jardines y fuentes, de mi mano en tu cuello y mi ritmo cardíaco; este movimiento, amor, ¡valiente acto!, se llama querer.

Y como no conoces a mi yo pesadilla, ni a mis impulsos salvajes, ni a mi necedad, concuerdo en decirte, con terror total, con nula prudencia, como advertencia, como alegoría, que si das un paso en frente, ya no lo des atrás.


(Pintura por:
Miss Van)

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