Leonardo Da Vinci y la fuente del genio
Por
Violeta Carrasco Jiménez
El
renacimiento, vanguardia de los siglos XV Y XVI e iniciado en Italia, fue la
transición de la Edad Media durante la cual de los terrenos del arte y la
ciencia (principalmente) surgieron grandes exponentes; entre ellos, Leonardo di
ser Piero da Vinci.
“La
connotación de retorno a la antigüedad que se asocia al humanismo no debe
entenderse como repetición del pasado, sino como reactivación y desarrollo de
las actividades y talentos que los antiguos poseyeron y ejercitaron.” (Racionero) Así, Leonardo fue
afortunado de nacer en una época donde las
cualidades más apreciadas eran el refinamiento en el gusto, la soltura de
modales y gracia en el movimiento, el valor, la fuerza física y destreza; el
conocimiento de los clásicos, la historia y filosofía; una sensibilidad
desarrollada para la música, pintura, arquitectura y escultura, así como el
talento de reconocer lo raro y hermoso en libros, joyas, monedas y objetos antiguos.
La armonía de todos estos talentos debía realizarse de tal
modo que se llevara con ligereza y se exhibieran
sin pedantería ni esfuerzo aparente. La
educación se concebía más en el sentido orgánico de crianza que en el
informático de instrucción, porque el ser instruido no confiere gentileza. La
gentileza no dependía de conversación agradable o vestuario sofisticado, sino
de toda la persona. Los ejercicios intelectuales que servían para formar el
carácter y desarrollar cualidades morales eran los clásicos literarios, poesía,
retórica, historia, ética y política, junto con las matemáticas que revelan las
armonías del hombre y la naturaleza. (37)
“En
el Renacimiento el hombre inventa su imagen y la realiza, y esta visión y deseo
de excelencia es el Humanismo. Humanismo es cualquier filosofía que reconoce el
valor y la dignidad del hombre, y hace de él la medida de todas las cosas.” (39)
Leonardo Da Vinci estaba impregnado con el espíritu renacentista y humanista:
despreciaba la mediocridad, ardía en deseo de cosas superiores y, puesto que
podía alcanzarlas, dirigía todas sus energías para tenerlas.
De este modo fue él congraciado por todo lo que ofrecía el
Renacimiento, en un gesto inteligente se dejó inundar por su época,
permitiéndole influir en su percepción de cada cosa. La naturaleza, que no era
ya el paso hacia el cielo o el infierno, sino una madre deleitosa y terrible
como todas las madres, (55) se volvió objeto de su fascinación. El hermetismo,
proveniente del neoplatonismo helenístico, con base en el Corpus Hermeticum y el gnosticismo; (79) se transformó en su
idioma.
De hecho, Da Vinci exploró diferentes áreas del conocimiento,
de él nació el método científico moderno, ya tenía en mente la idea
de la evolución y las leyes de Newton, fue precursor de la mecánica ondulatoria
del siglo XX, conocía y practicaba la astrología, la fisiognomía, la cábala y,
tal vez incluso la alquímia científica. Fue escenógrafo, músico, inventor y,
por supuesto, pintor.
Logró su maestría pictórica al precio del esfuerzo, mejorando
con el transcurso del tiempo y sus detalladas observaciones. (61) Cuando indagó
en la teoría mecanicista, se encontró con que lo que dura son las sustancias
como materia o electricidad; mientras que en la teoría morfológica, lo durable son
estructuras de actividad: las células del labio se renuevan, la forma del labio
perdura. (27) “La filosofía de la forma se centra en una búsqueda
de unidad en la diversidad y continuidad en el cambio.” (27) Da Vinci utilizó
ambos conocimientos, el mecanicista y el morfológico, para llevar a cabo sus
pinturas. En ellas es notable la evolución del mismo Leonardo en tanto a sus
obsesiones y nuevos descubrimientos.
Por
otro lado, sobre la música pensaba que “La música es hermana de la pintura:
ambas expresan armonías; la música en sus acordes, la pintura en sus
proporciones” (77) Su arte, holístico, implicaba que cada una de sus obras
contuviera una parte de sí mismo, de su saber y de aquello que contemplaba.
Un
genio es y hace arte; lo osa todo. Su potencial humano es inagotable. Vemos como la Providencia hace llover los más
preciados dones; la vemos reunir sin medida en un mismo ser, belleza, gracia,
talento, y llevar cada una de estas cualidades a una perfección tal que cada
una de sus acciones es tan divina que sus cualidades aparecen, lo que son en
realidad, como otorgadas por Dios y no adquiridas por la industria humana. (41, Vasari en Racionero)
De
este modo, utilizando como ejemplo la obra de Da Vinci, la Providencia, Vasari
atribuye su genio a un don otorgado por Dios, como si la genialidad fuera nata
y cuestión de suerte. ¿Es esta algo construido por las circunstancias?, en este
caso, por el aire tan propicio que se inhalaba durante el Renacimiento; o ¿es
acaso una voluntad de la naturaleza? Para distinguir los rasgos de genio en
Leonardo, habrá que tomar cómo vivía y pensaba la belleza, la naturaleza y lo
sublime.
En
cuanto a su idea de belleza: “Al hablar de la belleza, explica que esta no
puede residir en las dimensiones de las facciones porque vemos un mismo
semblante, cuantitativamente bien formado, ensombrecerse hasta la fealdad
cuando lo atraviesa una emoción de furia, rencor o espanto.” (53) Idea similar
a la que poseía otro genio, pero de la literatura, Oscar Wilde: “La belleza, la
verdadera belleza, acaba donde comienza una expresión inteligente. La inteligencia
es en sí misma un modo de exageración y destruye la armonía de cualquier
rostro. En cuanto uno se sienta a meditar, se vuelve todo nariz o frente u otra
cosa horrible.” (Wilde)
En
cuanto a su experiencia con lo sublime, descrito por Kant como una sensación de
horror y placer entremezclados, era vivenciada en cada uno de sus
descubrimientos, llenándolo de un gran miedo y deseo a su vez. “La sensibilidad
orgásmica que Leonardo adquiere en sus relaciones con la naturaleza penetrará
todas sus representaciones de ella, dibujos y cuadros donde fuerza y
delicadeza, tensión y desfallecimiento, se unen, como en el coito, en un
instante quieto.” (56)
Leonardo
aceptaba la naturaleza como fin en sí misma; estaba abierto a sus estímulos y
su capacidad de observación le facilitaba la recepción de datos, a veces
minúsculos, sobre su funcionamiento y composición. Podría decirse, aún en
términos kantianos, que llevaba a cabo una comunicación nouménica con ella, mediante la cual extraía su contenido y forma y
a continuación los plasmaba en su arte. Cabe aclarar que, dentro de esta
teoría, tras la comunicación entre un nóumeno y otro, la obra de arte pasará a
tener elementos de ambos. (Carrasco)
Para Racionero, esto se explica de la siguiente forma: “Toda energía consciente puesta al servicio de un
trabajo, proviene y necesita de una energía que emana del lado oscuro de la
mente; la motivación consciente nace y se alimenta de un correlativo
subconsciente.” (57)
Sus pinturas tenían alma propia, los hombres
terminaban enamorándose de mujeres que no eran reales. Entonces, una vez más ¿a
qué propiedad le atribuimos su genio a Leonardo Da Vinci? Él era bien parecido,
fuerte, generoso,
tenía un porte encantador, era brillante y bello, persuasivo, cantaba
maravillosamente, era sereno, de
aparente frialdad. ¿Pueden ser todas ellas cualidades del genio kantiano, don
divino y natural?, ¿existen niveles de genialidad y este representa el más
exaltado?
Lamento
terminar este ensayo con más preguntas que respuestas.
Referencias:
Carrasco, Violeta. «¿Qué es el arte y qué se puede
conocer a través de él.» Marabunta (2016).
http://www.revistamarabunta.com/2016/03/13/que-es-el-arte-y-que-se-puede-conocer-a-traves-de-el/.
Racionero, Luis. Leonardo Da Vinci. Ed. Folio. ABC, 2004.
Wilde, Oscar. El Retrato de Dorian Gray.
México: Editores Unidos Mexicanos, 2005.
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