martes, 1 de noviembre de 2016

Leonardo Da Vinci y la fuente del genio

Leonardo Da Vinci y la fuente del genio

Por

Violeta Carrasco Jiménez


El renacimiento, vanguardia de los siglos XV Y XVI e iniciado en Italia, fue la transición de la Edad Media durante la cual de los terrenos del arte y la ciencia (principalmente) surgieron grandes exponentes; entre ellos, Leonardo di ser Piero da Vinci.



“La connotación de retorno a la antigüedad que se asocia al humanismo no debe entenderse como repetición del pasado, sino como reactivación y desarrollo de las actividades y talentos que los antiguos poseyeron y ejercitaron.” (Racionero) Así, Leonardo fue afortunado de nacer en una época donde las cualidades más apreciadas eran el refinamiento en el gusto, la soltura de modales y gracia en el movimiento, el valor, la fuerza física y destreza; el conocimiento de los clásicos, la historia y filosofía; una sensibilidad desarrollada para la música, pintura, arquitectura y escultura, así como el talento de reconocer lo raro y hermoso en libros, joyas, monedas y objetos antiguos.

La armonía de todos estos talentos debía realizarse de tal modo que se llevara con ligereza y se exhibieran sin pedantería ni esfuerzo aparente. La educación se concebía más en el sentido orgánico de crianza que en el informático de instrucción, porque el ser instruido no confiere gentileza. La gentileza no dependía de conversación agradable o vestuario sofisticado, sino de toda la persona. Los ejercicios intelectuales que servían para formar el carácter y desarrollar cualidades morales eran los clásicos literarios, poesía, retórica, historia, ética y política, junto con las matemáticas que revelan las armonías del hombre y la naturaleza. (37)

“En el Renacimiento el hombre inventa su imagen y la realiza, y esta visión y deseo de excelencia es el Humanismo. Humanismo es cualquier filosofía que reconoce el valor y la dignidad del hombre, y hace de él la medida de todas las cosas.” (39) Leonardo Da Vinci estaba impregnado con el espíritu renacentista y humanista: despreciaba la mediocridad, ardía en deseo de cosas superiores y, puesto que podía alcanzarlas, dirigía todas sus energías para tenerlas. 

De este modo fue él congraciado por todo lo que ofrecía el Renacimiento, en un gesto inteligente se dejó inundar por su época, permitiéndole influir en su percepción de cada cosa. La naturaleza, que no era ya el paso hacia el cielo o el infierno, sino una madre deleitosa y terrible como todas las madres, (55) se volvió objeto de su fascinación. El hermetismo, proveniente del neoplatonismo helenístico, con base en el Corpus Hermeticum y el gnosticismo; (79) se transformó en su idioma.


De hecho, Da Vinci exploró diferentes áreas del conocimiento, de él nació el método científico moderno, ya tenía en mente la idea de la evolución y las leyes de Newton, fue precursor de la mecánica ondulatoria del siglo XX, conocía y practicaba la astrología, la fisiognomía, la cábala y, tal vez incluso la alquímia científica. Fue escenógrafo, músico, inventor y, por supuesto, pintor.

Logró su maestría pictórica al precio del esfuerzo, mejorando con el transcurso del tiempo y sus detalladas observaciones. (61) Cuando indagó en la teoría mecanicista, se encontró con que lo que dura son las sustancias como materia o electricidad; mientras que en la teoría morfológica, lo durable son estructuras de actividad: las células del labio se renuevan, la forma del labio perdura. (27) “La filosofía de la forma se centra en una búsqueda de unidad en la diversidad y continuidad en el cambio.” (27) Da Vinci utilizó ambos conocimientos, el mecanicista y el morfológico, para llevar a cabo sus pinturas. En ellas es notable la evolución del mismo Leonardo en tanto a sus obsesiones y nuevos descubrimientos.

Por otro lado, sobre la música pensaba que “La música es hermana de la pintura: ambas expresan armonías; la música en sus acordes, la pintura en sus proporciones” (77) Su arte, holístico, implicaba que cada una de sus obras contuviera una parte de sí mismo, de su saber y de aquello que contemplaba.

Un genio es y hace arte; lo osa todo. Su potencial humano es inagotable.  Vemos como la Providencia hace llover los más preciados dones; la vemos reunir sin medida en un mismo ser, belleza, gracia, talento, y llevar cada una de estas cualidades a una perfección tal que cada una de sus acciones es tan divina que sus cualidades aparecen, lo que son en realidad, como otorgadas por Dios y no adquiridas por la industria humana.  (41, Vasari en Racionero)

De este modo, utilizando como ejemplo la obra de Da Vinci, la Providencia, Vasari atribuye su genio a un don otorgado por Dios, como si la genialidad fuera nata y cuestión de suerte. ¿Es esta algo construido por las circunstancias?, en este caso, por el aire tan propicio que se inhalaba durante el Renacimiento; o ¿es acaso una voluntad de la naturaleza? Para distinguir los rasgos de genio en Leonardo, habrá que tomar cómo vivía y pensaba la belleza, la naturaleza y lo sublime.

En cuanto a su idea de belleza: “Al hablar de la belleza, explica que esta no puede residir en las dimensiones de las facciones porque vemos un mismo semblante, cuantitativamente bien formado, ensombrecerse hasta la fealdad cuando lo atraviesa una emoción de furia, rencor o espanto.” (53) Idea similar a la que poseía otro genio, pero de la literatura, Oscar Wilde: “La belleza, la verdadera belleza, acaba donde comienza una expresión inteligente. La inteligencia es en sí misma un modo de exageración y destruye la armonía de cualquier rostro. En cuanto uno se sienta a meditar, se vuelve todo nariz o frente u otra cosa horrible.” (Wilde)

En cuanto a su experiencia con lo sublime, descrito por Kant como una sensación de horror y placer entremezclados, era vivenciada en cada uno de sus descubrimientos, llenándolo de un gran miedo y deseo a su vez. “La sensibilidad orgásmica que Leonardo adquiere en sus relaciones con la naturaleza penetrará todas sus representaciones de ella, dibujos y cuadros donde fuerza y delicadeza, tensión y desfallecimiento, se unen, como en el coito, en un instante quieto.” (56)

Leonardo aceptaba la naturaleza como fin en sí misma; estaba abierto a sus estímulos y su capacidad de observación le facilitaba la recepción de datos, a veces minúsculos, sobre su funcionamiento y composición. Podría decirse, aún en términos kantianos, que llevaba a cabo una comunicación nouménica con ella, mediante la cual extraía su contenido y forma y a continuación los plasmaba en su arte. Cabe aclarar que, dentro de esta teoría, tras la comunicación entre un nóumeno y otro, la obra de arte pasará a tener elementos de ambos. (Carrasco) Para Racionero, esto se explica de la siguiente forma: “Toda energía consciente puesta al servicio de un trabajo, proviene y necesita de una energía que emana del lado oscuro de la mente; la motivación consciente nace y se alimenta de un correlativo subconsciente.” (57)

Sus pinturas tenían alma propia, los hombres terminaban enamorándose de mujeres que no eran reales. Entonces, una vez más ¿a qué propiedad le atribuimos su genio a Leonardo Da Vinci? Él era bien parecido, fuerte, generoso, tenía un porte encantador, era brillante y bello, persuasivo, cantaba maravillosamente,  era sereno, de aparente frialdad. ¿Pueden ser todas ellas cualidades del genio kantiano, don divino y natural?, ¿existen niveles de genialidad y este representa el más exaltado?


Lamento terminar este ensayo con más preguntas que respuestas.

Referencias:

Carrasco, Violeta. «¿Qué es el arte y qué se puede conocer a través de él.» Marabunta (2016). http://www.revistamarabunta.com/2016/03/13/que-es-el-arte-y-que-se-puede-conocer-a-traves-de-el/.

Racionero, Luis. Leonardo Da Vinci. Ed. Folio. ABC, 2004.

Wilde, Oscar. El Retrato de Dorian Gray. México: Editores Unidos Mexicanos, 2005.

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