jueves, 23 de abril de 2015

Quince Días

Yazco, en una madrugada fría como mis extremidades; tiemblo. Quince días y contando, huelo a todas las inmundicias: wiskhey, esperma, mota, amor. No siento mis manos y padezco de náuseas sin vómitos, náuseas sobre mi cama siempre destendida, como una flor. El cenicero acumulando la decepción desde el día en que desperté en el mundo.

Riendo, comencé a llorar, y no paré sobre ningún hombro, el abismo mira dentro de mí con cada trago en el que yo miro en él, ¡Bien me conoce el culo de la botella! No me olvides, te grito, ¡No me olvides! y se me evapora tu rostro en mis deseos y yo no me puedo tocar, mi piel se siente ajena, porque es tuya, todo el tiempo tuya... No me olvides, ven. 

Idiota, solitaria, frígida, infeliz. Tengo lepra. Me hace falta tu depravación, si no se enmohece mi carne. Estoy podrida, huelo la fetidez en mi ombligo, entre mis dedos, en mi aliento, en mi vulva. No he salido de esta habitación desde hace quince días.

El calor me chamusca y chamusca las paredes, me he bañado con agua fría y he enfermado. Se me cae el cabello, uno, dos, tres, cincuenta; ya no los barro, ya no barro las migajas, he olvidado comer, he olvidado dormir, he olvidado despertarme. Estoy inmóvil, soy un feto inmóvil en este mundo jodido. Peso demasiado, mi existencia pesa demasiado y me ha enjaulado como a un gusano a este sucio piso de lodo; me retuerzo sobre mi sudor y mis lágrimas confundidas con mi sudor, con un lamento que parece risa porque la burla inició el lamento.

Me miro desnuda en el espejo y río como desquiciada, con sangre en la boca y menos dientes; Esta no soy yo, esta no soy yo, me repito. Sobre una silla abro las piernas y veo dentro de mí misma, el abismo mira dentro de mí, como el culo de la botella sin fondo, la pipa tapada con excrementos, y se burla, me habla con su voz gangosa: Miserable, eres miserable. La toco para callarla y me escupe, las voces suben a mi cabeza y pienso en la muerte.

Cojo mis zapatos de suela inservible, suela resbalosa, y salgo al hielo de la madrugada, estoy dopada de éxtasis. Corro y río y lloro y corro y vuelo y caigo y muero... muero, muero (ya no siento mis manos), muero, muero, muero, muero (las voces se vuelven susurros), muero, muero, muero, muero, sonrío, estás ahí, está tu rostro entre mis deseos, no me olvides, ven.


Fotografía de Antonio Palmerini


3 comentarios:

Ethan Calva (Isan Rokr) dijo...

Me agrada la forma en que usas las palabras para transmitir esa sensación alucinante más allá de las letras (:

Unknown dijo...

simplemente puedo decir qu he quedado maravillado, el énfasis que le das a cada palabra y la forma en que redactas hace que todo quede parcialmente grabado en la mente. Gracias por hacer mis 5 minutos de lector, excelente trabajo.. :#

Voces del cerro aislado dijo...

me engancharon las primeras palabras y no pude parar de leer... buen escrito