jueves, 30 de julio de 2015

Enchanted Garden



(...) And there, into the enchanted garden, were the last time he saw her gem eyes.

sábado, 18 de julio de 2015

Nunca volvió

-Vete conmigo- le dijo, -tengamos medio siglo de vida en común.- 

Ella hizo maletas, sin gramo de seguridad sobre su porvenir, con el adolescente corazón tan hinchado como una cereza. Él le dio un beso en sus delgados labios: 

-Vete conmigo, por favor... -  

Mientras ella transbordaba un tren diferente. ¿Lo último que vio ella? un par de ojos arrugados con la esperanza intacta. ¿Lo último que vio él? la falda de una mujer orgullosa aunque por dentro, hecha añicos; al amor de su vida que... nunca volvió.




miércoles, 15 de julio de 2015

Reflexión sobre Marx, el trabajo y la revolución

El ensayo a continuación lo escribí hace algunos años con el fin de relacionar de una manera muy sencilla la Antropología Filosófica con el Marxismo, únicamente optando por la lógica de que la naturaleza del hombre le exige moverse, avanzar; y la era del capitalismo ya ha estancado ese progreso histórico... por lo que la revolución, es un acto natural del hombre.



Reflexión sobre Marx, el trabajo y la revolución

Por
Violeta Carrasco Jiménez







Las palabras Hombre y trabajo están estrechamente relacionadas, uno depende del otro y viceversa. La visión marxista que se desarrolla alrededor de estos puntos y su relevancia en la Antropología Filosófica es motivo de mi reflexión este día.



Si verdaderamente el trabajo es una necesidad humana, debe entenderse a qué nos referimos con trabajo y qué parte de nosotros mismos es la que necesita de él. Marx define al trabajo como un objeto de pensamiento y acción que implique la transformación del medio. En base a ello asumo que la necesidad verdadera del hombre radica en su mente y deseo de mantenerla activa y en su cuerpo por la misma razón. El Hombre es incapaz de permanecer inmóvil, la propia inmovilidad conlleva la muerte. Por lo tanto creo que el deseo de trabajo se adjudica al deseo de sentirse vivo.



La transformación del medio igualmente implica movimiento, siguiendo la línea anterior sobre la incapacidad de quietud, por lo que el estado interno de las personas necesita exteriorizarse en una transformación o avance de lo que nos rodea. Por otro lado existe el trabajo en conjunto; aquí se hallan involucradas las necesidades sociales del Hombre plasmadas en su naturaleza. Hasta ahora Hombre es igual a movimiento e interacción.


Después de haber abarcado los aspectos naturales (físicos y sociales), existe la posibilidad de mencionar a la moral, en la que el trabajo se vuelve un atributo dignificante para la persona, dejando en mí la duda de si las cuestiones morales son natas o si fueron inyectadas a la larga por agentes externos, aunque siguiendo a Kant y su pregunta ¿Qué debemos hacer? se infiere que la moral se halla en el interior de nosotros mismos.


El trabajo es una señal de progreso, por lo que viene inmersa como una obviedad histórica, empero las adaptaciones de este a lo largo del tiempo pudieron no llevarse precisamente hacia este rumbo. Por ejemplo: cuando el hombre aún vivía en las cavernas y la agricultura se encontraba en sus inicios, los roles asumidos por sus componentes estaban tan perfectamente estructurados que creaban un estancamiento en la Historia. Por ello el desorden o -si se quiere tocar extremos- el caos, es un punto primordial para proporcionar al Hombre ese estado de movimiento tan necesario para su tranquilidad. Digamos que, irónicamente, no puede tenerse paz cuando no está pasando nada.


Brincando hasta la era del capitalismo, nos topamos también con la era del trabajo; creo que nunca antes se había trabajado tanto por tan poco en la Historia de la humanidad. Aquí es donde se atisba una nueva característica en las personas que pareciere viene cohesionada con su necesidad de movimiento, interacción y dignificación: la ambición.


La ambición parece aplastar a las características anteriores para alzarse como el nuevo motor del trabajo y del mundo. Es aquí donde me pregunto en qué momento la evolución cayó en involución, puesto que la ideología sobre trabajo = riqueza, riqueza = progreso desvirtúa al Hombre, lo extraño es que la ambición jamás llegará a ser una virtud y aun así se ha convertido en parte de la moral.


El problema no es sólo la des-virtuación, el problema es el estancamiento histórico en esta etapa, trayendo consigo una distribución deforme del trabajo y los bienes en un mundo de seres uniformes, iguales. Tal situación ha sido implantada de tal forma que ya se ha normalizado impidiendo el planteamiento de preguntas tan sencillas como ¿por qué algunos tienen casa y otros no? Que si, una vez haciendo el esfuerzo para contestarla, denota la des-humanización en la sociedad.


Dicha des-humanización ha sido tan radical que la competencia (para la obtención de un trabajo que anteriormente se repartía equitativamente) se ha tornado salvaje, despojando incluso al Hombre de una característica que atribuíamos a la naturaleza: la necesidad de socializar; ello observable en el individualismo. Los mencionados agentes son las causantes de la alienación y la cosificación del Hombre al ser tratado como objeto; hablamos de humanos no humanos, ni los alienados ni quienes alienan. 




Finalmente llegamos al punto que me parece más interesante, aquél en donde teóricamente el capitalismo cae para dar entrada al comunismo y la libertad, donde se lleva a cabo lo que Marx define como revolución; un movimiento radical en donde los de abajo se alzan para arrebatarles el poder a los de arriba y traerlos a un nivel de igualdad entre todos los Hombres.


Lo que me pregunto es si el Hombre ya se habrá acostumbrado demasiado a la normalización y estática de sus alrededores que habrá olvidado su instinto de desear movimiento, transformación e interacción humana. Hará falta recordar dichas necesidades para llevar a cabo una revolución real, porque este paréntesis histórico al menos a mí ya me está cansando. En cambio, al no aclarar Marx a qué tipo de revolución se refería, yo propongo que primero debe revolucionarse la conciencia, después el intelecto y el espíritu para después revolucionar un país.